sábado, 6 de abril de 2013

La conquista de Venus y Marte




  Cualquiera podría pensar que los siguientes pasos en la exploración humana del cosmos deberían ser la conquista de nuestros planetas vecinos Venus y Marte. Ciertamente, por "cercanía", así debiera ser. Pero hay que tener en cuenta que las distancias en el espacio interplanetario son de una magnitud mucho mayor que la que nos separa de nuestro satélite. Así, con la tecnología que nos llevó a la Luna en un viaje de una semana aproximadamente, incluyendo ida, vuelta y estancia, no tardaríamos menos de cuatro meses en llegar a Venus y entre seis y siete a Marte (solo ida). Alguien puede pensar que es demasiado tiempo y que ello se debe a que se utilizan órbitas que economizan combustible, lo cual es adecuado para sondas automáticas, pequeñas, con poca capacidad de almacenamiento de combustible y sin prisa por llegar. Y que en el caso de un vuelo tripulado primaría la rapidez, y se podría dotar de grandes depósitos a una nave igualmente grande, ensamblada en órbita después de varios lanzamientos. Cierto. Pero, en cualquier caso, no se puede hacer un "disparo" directo a Marte o Venus, ya que los planetas también se mueven muy rápido y cuando la nave llegara allí, el planeta ya se habría ido. Así, en realidad, cuando se lanza una nave hacia un planeta, lo que hay que hacer es impulsarla a una trayectoria de "persecución", la cual dirigirá al aparato al lugar donde se encontrará el planeta en el momento calculado. Sin contar con que, para la cita orbital, la nave deberá frenar, puesto que de mantener su velocidad de crucero, pasaría de largo. Ello requiere más gasto de combustible y más tiempo. Por ello, hay que diseñar viajes en los que todos estos parámetros queden equilibrados. En los vuelos interplanetarios podríamos decir que "no por correr más, vas a llegar antes".
Otro problema importante es la vuelta. Una vez hayamos conseguido llegar y posarnos sobre el planeta, la dificultad estribará en abandonarlo para poder regresar a la Tierra. No hay más que pensar en la enorme infraestructura tecnológica e industrial que requieren los lanzamientos de cohetes desde la Tierra. Nada de eso se va a encontrar aquel que aterrice en Marte o Venus. Este último tiene una masa y, por tanto, una fuerza gravitatoria semejantes a las de la Tierra, con lo que haría falta un cohete mediano -tipo Soyuz o Atlas- para que una tripulación en la superficie de Venus pudiera alcanzar la órbita y ser transferida a su nave principal para regresar a la Tierra. En el caso de Marte -la mitad de la Tierra, aproximadamente-, la situación es algo más favorable, pudiendo implementarse vuelos múltiples que incluyeran una nave de regreso estacionada previamente, como propone el proyecto "Mars Direct".

  
  Y todo ello sin contar las penosas condiciones que se encontrarían los viajeros espaciales en esos desolados paisajes planetarios. Sobre todo en Venus, cuyas infernales condiciones de temperatura y presión hacen desaconsejable permanecer en él durante mucho tiempo. Marte, sin embargo, tendría potenciales condiciones para ser colonizado y convertido en habitable, pero hoy por hoy, como señalan muchos científicos, para la exploración de estos planetas es más eficiente y económico el uso de robots y naves automáticas.
Apollo Applications Program
  Sin embargo, a lo largo de la historia de los viajes espaciales siempre se ha contemplado el vuelo tripulado como la culminación deseable y necesaria de todo proyecto de exploración. Independientemente de la necesidad propagandística y política de hazañas históricas durante la carrera espacial, los vuelos tripulados siempre han ocupado un lugar privilegiado en la conquista del espacio y han tenido una gran repercusión en la opinión pública.

Convivencia de rusos y americanos en la misión Apolo-Soyuz

  Por ello, ya desde los albores del Programa Apolo, que llevaría a unos cuantos seres humanos a la Luna, se encargó a un equipo de asesores que estudiaran futuras aplicaciones para la tecnología y hardware desarrollados durante el mismo. Una de las más obvias aplicaciones era la de disponer de un sistema (Apolo-Saturno) para viajar a la órbita terrestre y, en su caso, realizar acoplamientos con otras naves, como ocurriera en los vuelos a la estación Skylab y en la misión conjunta Apolo-Soyuz. Este sistema se utilizó en la primera mitad de la década de los setenta, pero fue abandonado en favor del, por aquel entonces, incipiente proyecto del transbordador espacial. Irónicamente, en la actualidad, una vez retirados los transbordadores, la comunicación con la órbita terrestre se realiza con los clásicos Soyuz, equivalente ruso del mencionado Apolo.

  Pero una de las más llamativas propuestas -que nunca llegó a realizarse, por supuesto- del Programa de Aplicaciones del Apolo, es el conocido como Manned Venus Flyby. Un flyby, como ya se explicó en algún artículo de la serie "Siete minutos de terror...", es el vuelo de aproximación o sobrevuelo que realiza una nave cuando, en su viaje, pasa cerca de un cuerpo celeste sin llegar a entrar en órbita alrededor del mismo. Esto lo hicieron, por ejemplo, Mariner 2 y Mariner 4, en Venus y Marte, respectivamente.
  El Sobrevuelo Tripulado a Venus utilizaría una etapa superior Saturno IV B del cohete Saturno V como "wet workshop", un módulo de transición que ocuparía el lugar del LM(Lunar Module) en su adaptador (SLA-Spacecraft Lunar module Adapter) y el CSM(Módulo de Mando y Servicio/Command and Service Module) Apolo. Por tanto, tendría una configuración similar a una estación Skylab, pero sin paneles solares. El lanzamiento hubiera tenido lugar el 31 de Octubre de 1973, realizando el sobrevuelo (mayor aproximación a Venus, a unos 5000 km.) el 3 de Marzo de 1974, con una duración del viaje de unos 4 meses. Tras otros nueve meses de viaje, que llevarían a la tripulación a una amplia órbita alrededor del Sol, el regreso a la Tierra se produciría el 1 de Diciembre de 1974.

 ¿"Wet workshop" o "Dry Workshop"?
El concepto de wet workshop se ha barajado en distintas ocasiones como posibilidad de aumentar el espacio útil en misiones de larga duración.

3 comentarios:

  1. Qué curioso todo, por ejemplo, lo de que los planetas se mueven muy rápido y que "cuando la nave llegara allí, el planeta ya se habría ido."
    Mira que si los planetas lo que quieren es esquivarnos...

    Felicidades por el primer aniversario del blog. Y ya veo que está propulsado y en órbita hacia el segundo, je-je.

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  2. La verdad es que no cae uno en esos detallitos "sin importancia"

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  3. La verdad es que, para mí, una de las cosas más sorprendentes de estos antiguos proyectos era el optimismo con que se encaraban, ya que la tecnología de la época era todavía muy primitiva en algunos aspectos. Hoy, quizá, se podrían replantear...
    Gracias por vuestros comentarios y parabienes.Saluditos

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