domingo, 31 de mayo de 2015

Comentarios. El legado de Philip K. Dick. Desafio total (2)



  



  Hace varios años dejamos a Douglas Quaid a punto de embarcarse en una sorprendente aventura a la que este fantasioso obrero de la construcción, hábil en el manejo de pesados martillos neumáticos, se había visto abocado por culpa de un insidioso y recurrente recuerdo que su torturada mente le devolvía cada noche en forma de sueño o quizá pesadilla. Entretanto, un olvidable remake de la cinta vio la luz y unos cuantos años más pasaron por encima de este film que en el anterior artículo defino como la culminación del cine de SF de los ochenta. Pero releyendo dicha entrada: “Desafio Total. El legado de Philip K. Dick”(23-07-2012), me he dado cuenta de que explícitamente prometía una continuación al artículo en el que únicamente daba unas pinceladas sobre el film. Como más vale tarde que nunca, he decidido ir a ello en esta ocasión, tan buena como otra cualquiera.



  Un deseo obsesivo. Douglas Quaid quiere ir a Marte, está obsesionado con volver allí…un momento: ¿volver? Nunca ha salido de la Tierra, es un modesto trabajador sin capacidad para costear dicho viaje.


  Podemos recordarlo todo por usted (al por mayor) [We can remember it for you wholesale]. Este es el título del relato del maestro (P.K. Dick) que dio origen al guión de la película. Quaid decide hacer caso de la publicidad de Rekall Inc., empresa de ocio que se dedica a “implantar recuerdos” en sus clientes como alternativa económica a los viajes reales. Una idea que vertebra toda la trayectoria de este genial narrador: Lo que vivimos lo recordamos. Lo que recordamos es lo que somos. ¿Y si lo recordamos aunque no lo hayamos vivido? Quizá sirva igual. 


  Contraindicaciones. El primer mandamiento de Rekall Inc., sin embargo, advierte, más o menos: NO IMPLANTARÁS CUANDO YA SE HAYA IMPLANTADO PREVIAMENTE. Puede producirse un desastre: ese estrafalario “embolismo esquizoide” al que tanto temen los técnicos de la compañía, que puede dejar a su cliente en estado catatónico y babeante, y que puede suponer una demanda millonaria por parte de sus familiares. En el caso de Quaid es peor aún: su reacción es un RECUERDO TOTAL (Total Recall, título original de la película). Quaid se convierte, realmente, en otra persona. Con habilidades insospechadas, con recuerdos nítidos de “otra vida”. Salta la alarma y una cohorte de sicarios y agentes secretos comienzan a acosarlo y perseguirlo con ánimo de aniquilarlo, ya que, al parecer, su mente alberga un secreto que no debe conocerse. Pero el consigue zafarse y escapar…pero ¿a dónde?


  “Mueve el culo hacia Marte”

Alguien en las sombras está interesado en ayudar a Quaid. Recibe un maletín con todo lo necesario: documentos, dinero, un dispositivo para extraer implantes localizadores, y un bonito mensaje de Hauser (“yo soy tú, tú eres yo…y lindezas por el estilo) que convence a Quaid de que tendrá que continuar la misión que los enemigos de aquel le impidieron cumplir.


  Turbinio y Aire: un negocio redondo.

Cuando Quaid llega a Marte descubre que el idílico paraíso turístico que se publicita en la Tierra esconde en realidad un submundo de tiranía, opresión y negocios sucios liderados por un auténtico dictador –Cohaagen- y que un no tan pequeño ni desorganizado grupo de rebeldes intenta subvertir dicha situación. El virrey marciano, temido incluso por el Presidente en la Metrópoli, juega sus cartas hábil y arteramente para conseguir cada vez más poder y riqueza. Vende a la Tierra el Turbinio, un mineral que es la alternativa energética a los combustibles fósiles y vende a sus colonos y trabajadores el aire que necesitan  para respirar, suministrado por su monopolio a los domos o cúpulas herméticas que albergan las ciudades fundadas en territorio marciano.


  El Frente Popular de Liberación de Marte. Pero Cohaagen ha tensado mucho la cuerda después de décadas en el poder. Los domos de construcción barata para las clases populares no filtraban adecuadamente las radiaciones procedentes del espacio que barren sin piedad a un planeta rojo prácticamente carente de atmósfera protectora. Ello ha dado lugar a mutaciones y deformidades visibles en las gentes que deambulan por los bajos fondos de Venusville. Protestas y acciones de carácter guerrillero son sofocadas a diario por la policía antidisturbios. Y al frente del movimiento opositor se halla el mítico Kuato, al que casi nadie conoce. Pero Quaid tendrá que buscarlo. Es un mutante psíquico y es el único que podrá desentrañar el secreto oculto en la mente de nuestro protagonista. Pero a quien realmente busca Quaid es a Melina, la chica de sus sueños. Sin embargo,  todo está relacionado: Marte le llevará a Melina, Melina a Kuato y este a la solución del enigma y al éxito de su misión.


  El secreto de la Montaña Pirámide. En las entrañas del planeta, muy por debajo de la explotación minera que socava la pirámide de Turbinio, está el problema del dictador Cohaagen, un problema que amenaza su bien engrasada maquinaria de enriquecimiento y opresión. Un problema que acabará matándolo. Pero es, al mismo tiempo, la solución para ese desolado mundo. Un regalo que una antiquísima civilización extraterrestre dejó como legado en el Planeta Rojo. Y que está dispuesto para ser activado. Cohaagen lo mantiene en secreto para no perder su negocio. Pero el Frente de Liberación avanza. Quaid se acerca a la solución del enigma y parece que nadie consigue detenerlo. ¿Cuánto tiempo podrá mantenerlo oculto?


viernes, 1 de mayo de 2015

Intro XXXV

 
  
   De modo que todo era tan trivial...tan simple. Como en el día a día en cualquiera de nuestras carreteras. Mi involuntaria y recién adquirida reverencia hacia los logros tecnológicos y científicos de estas gentes que ahora sé que pueblan el Universo, a veces me hacía perder de vista lo obvio: del mismo modo que en mi mundo al salir de viaje se toman una serie de precauciones para solventar eventuales imprevistos, mi cachazudo compañero y sus congéneres habrían establecido una serie de medidas de seguridad en torno a sus delirantes excursiones por el vasto océano cósmico. Cómo pude ser tan ingenuo al pensar que mi amigo se aventuraba a tal odisea bajo el único amparo de un artilugio que parecía un boli de cuatro colores...
  Así pues, abordamos el taxi galáctico dispuestos a salir de aquel bólido que en poco tiempo comenzaría a hervir bajo el influjo de la cercana estrella que, indolentemente, lo atraía a sus dominios. Una leve sonrisa se dibujó en mis labios cuando pensé que, de todas formas, el vivaz guijarro, tras acercarse peligrosamente a su soberano, y aún habiendo perdido parte de su masa y su energía en el trance, volvería a remontar su órbita, en pos del gélido afelio, escapando una vez más de aquel pozo de gravedad y burlando, quizá por otros cien años, a su poderoso amo.