Cápsula Gemini preparada para el montaje |
La Gemini 7 llevaba ya 11 días en órbita cuando la 6 consiguió despegar despues de tres intentos, como ya quedó explicado en el capítulo anterior. El margen de tiempo era escaso, así que la cita orbital no podía esperar. A Lovell y Borman, sucios y cansados tras semana y media en el espacio, a cuatrocientos kilómetros de la ducha más cercana y sin poder cambiarse de ropa, supongo que lo de la visita de sus colegas ya les daba un poco igual, y no veían el momento de abalanzarse sobre las refrescantes aguas de las Bermudas para ser recogidos por el USS Wasp. Pero cumplieron disciplinadamente con el objetivo y esperaron pacientemente como target pasivo a que Wally Schirra enfilara su morro hacia ellos en la órbita nº 5, unas 6 horas después del lanzamiento.
Sin embargo, la maniobra no era tan simple. Era la primera
vez que se intentaba y había que tirar del manual de mecánica orbital para
salir airoso del trance. Para explicarlo en palabras sencillas, diremos que dos
naves que han de acoplarse necesitan lo siguiente:
1. Estar
en la misma órbita, es decir a la misma altura sobre la Tierra.
2. Perseguirse
una a otra hasta alcanzarse.
3. Igualar
velocidades, hasta que la velocidad relativa entre ellas sea 0.
4. Maniobrar
para situarse frente a frente.
5. Acercarse
muuuuy despacio.
Para conseguir
el punto 1 sin un gasto inviable de combustible, primero hay que calcular la “ventana de lanzamiento”, es decir, lanzar la nave perseguidora poco después de que
el objetivo pase por encima del lugar de lanzamiento.
Para conseguir
el punto 2, la nave que hemos denominado “objetivo” y que actúa “pasivamente”
deberá mantener su velocidad orbital constante, de manera que sirva de
referencia a la nave perseguidora, que se desplazará más rápido y tendrá que
frenar cuando se acerque a su objetivo. Pero no se puede correr a tontas y
a locas porque como ya sabrán todos ustedes, cuando se acelera en órbita, lo que
hacemos es alejarnos de la
Tierra, acercándonos a la velocidad de escape, por lo que los
aumentos de velocidad deben hacerse en márgenes muy estrechos. Por ello, esta persecución es “lenta” y puede requerir varias horas y varios lapsos
orbitales. De todas formas, la anterior eventualidad no ocurriría nunca, pues, en la práctica, las
naves de rango orbital no tienen potencia suficiente para escapar de la
influencia de la Tierra.