El pasado 25 de Agosto se cumplieron 25 años del histórico
paso (flyby*) de esta pionera nave junto al último planeta de nuestro sistema
(aunque por aquel entonces no era considerado así: aún faltaban diecisiete años
para que la UAI
desposeyera de dicho status al pequeño Plutón).
Voyager 2 pasó muy cerca de Neptuno, a unos 5000 km. También se realizó
un cambio de trayectoria posterior a fin de acercarse a Tritón, su
mayor luna.
Voyager 2 realizó importantes descubrimientos durante su
visita a este gigante gaseoso, además de enviar las primeras imágenes del
mismo, ya que nunca antes se había tenido ocasión de contemplarlo desde tan
cerca. Conocimos, gracias a este misión,
la Gran Mancha
Oscura, un gigantesco ciclón que recorre el hemisferio sur del planeta y que
tiene el mismo diámetro que la
Tierra; también supimos de la masiva presencia de metano en
su atmósfera, hecho que le confiere ese característico color azul oscuro –ya que
el metano absorbe la frecuencia roja del espectro solar-; los magnetómetros de
la nave descubrieron un potente campo magnético, misteriosamente desviado con
respecto al eje de rotación. Además, al paso de Voyager se hicieron evidentes
seis pequeñas lunas desconocidas hasta entonces, ya que por su tamaño no habían
podido ser observadas desde la Tierra. Sus
nombres: Náyade, Talasa, Despina, Galatea, Larisa y Proteo.