domingo, 23 de febrero de 2014

El asombroso caso del duplicador de materia (III)



  


  Durante los días siguientes, Rope no paró de realizar pruebas, muchas de ellas con resultados positivos, sorprendentes o inesperados. Cambiando la secuencia de las ondas, los parámetros, la potencia…Modificando el ángulo de reflexión; cambiando la ubicación de los objetos a duplicar… Consiguió sistematizar y definir un modelo matemático de las posiciones relativas de los objetos y los ángulos de disparo de la máquina de manera que pudo duplicar casi cualquier cosa que entrara en su laboratorio.
  Por supuesto, ya no solo duplicaba dinero. Había abandonado esta fase del experimento cuando consiguió duplicar un sobre con cien mil euros en billetes de 500. Llegado el caso, le sería difícil justificar como pudo reunir tantos billetes morados en tan poco tiempo… Después se dedicó a otros objetos pequeños como bolígrafos, móviles, relojes, etc. También tenía muestras de varios metales y ahora “Tiger”, su gatito romano, tenía un hermano gemelo. Bueno, en realidad, un clon.
  Rope ya estaba completamente convencido de que todos los objetos duplicados procedían de alguna parte, no podían haberse creado de la nada, pero esto presuponía un hecho sorprendente e, incluso, inquietante: Debía existir –“ahí al lado”, como a él le gustaba decir – una realidad coexistente que debía ser igual, aunque complementaria, o si se quiere opuesta, a la que nosotros habitamos. Dándole vueltas no encontró otra explicación que la del “Universo espejo de antimateria”.
  En nuestro Universo existe un pequeño porcentaje de antimateria, no sabemos aún si residual o constante. Pero todo a nuestro alrededor está hecho de materia. Según se cree, al principio de los tiempos, tras el Big Bang, las cantidades de materia y antimateria estaban equilibradas, pero, por algún proceso desconocido, la antimateria, en nuestro caso, fue siendo “aniquilada”, hasta que predominó la materia. Sin embargo, todas las teorías insisten en que cuando materia y antimateria entran en contacto se destruyen mutuamente, transformándose en energía. Deberían por tanto, haber desaparecido ambas, no solo la antimateria. ¿O quizá toda la materia que vemos es ese infinitesimal porcentaje en el que esta superaba a su némesis?
  A Rope nunca le había convencido ninguna de estas explicaciones. De hecho, a veces pensó que debía haber, en algún lugar de nuestro Universo una especie de sumidero para la antimateria, por donde esta escapaba. Y ¿adónde iba? La respuesta era obvia: al Universo complementario. En la historia del Universo complementario probablemente habían acontecido los mismos hechos que en el nuestro, llegando en nuestros días a existir un tal doctor Rope, que contaba con un equipado laboratorio y un gatito llamado Tiger, todo ello hecho de antimateria. Sin embargo el señor AntiRope, ahora que lo pensaba, debía estar gestando un soberbio cabreo desde que, hace unos días, empezaron a desaparecer cosas –entre ellas grandes cantidades de dinero y un gatito- de su antilaboratorio.
  Rope se maravillaba del hecho de que todo aquello que se le ocurría duplicar, una vez había perfeccionado su sistema, tenía su imagen “al otro lado” y forzó la situación con algunos objetos absurdos que no tendrían que estar en el laboratorio bajo ningún concepto. Expectante, esperaba que la duplicación fallara con alguno de ellos, simplemente, porque dicho objeto no existiera al otro lado. Pero siempre, con clónica tenacidad, el objeto deseado aparecía. Rope temía estar provocando una situación peligrosa o, cuando menos extraña, y no sabía a dónde le iba a conducir su “juego”. Deseaba poder comunicarse con la gente del otro lado, pero no se le ocurría como. Sin embargo, su mente ya estaba trabajando en ello, aunque a un nivel insconsciente. Quizá pronto hallaría una respuesta.
  Pero ahora, otro asunto llamaba su atención ¿Podría duplicar cosas de fuera de su laboratorio? Ello tenía unas implicaciones técnicas que no quería ni imaginar, empezando por desplazar todos los elementos de su máquina y volver a montarlos en el exterior. ¿Un año de trabajo, otra vez? ¿Y a la vista de todo el mundo? Quizá estaba llegando a un punto en el que necesitaría ayuda. Pero no se atrevía a contarle a nadie su experimento. Él había supuesto la existencia en nuestro Universo de un conducto de salida para la antimateria. Ahora él mismo  había creado algo mejor: un camino para que la antimateria regresara, pero convertida en materia convencional…

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