sábado, 15 de noviembre de 2014

Comentarios. Los amores de un bibliómano.


                                      


Los amores de un bibliómano

Eugene Field

Ed. Periférica
Traducción de Ángeles de los Santos

  Por una vez y sin que sirva de precedente (no sé para qué digo esto, porque seguro que sirve de precedente) abandonaré mi acogedora y conocida galaxia de la literatura fantacientífica para internarme en el sabio y a su vez complejo mundo de la literatura general, no fantástica, seria, o como quiera llamarse. Y ocurre esto en ocasión de comentar una obrita que recientemente llegó a mis manos y a mis ojos y cuya lectura abordé ávidamente, ya que las referencias recibidas la hacían muy atractiva.


  Obra última y póstuma de Eugene Field,  incluso inacabada según parece, ya que el proyecto original contaba con un capítulo más de los que al final compusieron la edición definitiva, según se nos refiere en el sentido postfacio escrito por el  hermano del autor, este “apologético monumento” a la bibliomanía, “dolencia” de la cual el propio Field se confesaba paciente, nos refiere las nutridas reflexiones del narrador – anónimo “alter ego” del autor – en las que aquel va repasando, no sin cierto gracejo, una vida de amor por los libros.



  Eugene Field, escritor norteamericano, inédito en castellano hasta la publicación de la obra que nos ocupa, nació en 1850 en San Luis, Missouri, ciudad en auge por aquel entonces y llamada “La Puerta del Oeste” por razones obvias. Acabó su corta vida de 45 años en Chicago, Illinois.

  
Conocido y muy leído en su país aún hoy por sus poemas y cuentos infantiles, también desarrolló una intensa labor como columnista periodístico en la que dejó constancia de su perspicacia, suave ironía y fino humor, rasgos muy reconocibles también en esa suerte de inclasificable ensayo o novela al que dedicamos esta reseña.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Intro XXXIII


  Diez millones de agujas se clavaron en mi piel. Fui descuartizado, torturado, abrasado y estrangulado innumerables veces a lo largo de aquel eterno segundo. Mis órganos internos fueron triturados con diabólica eficacia. La sangre, circulando de manera caótica, abandonaba sectores de mi cuerpo y se agolpaba en otros alcanzando una presión insoportable. Algunos capilares comenzaron a estallar…Toda la cruel parafernalia de los hábiles inquisidores medievales no habría alcanzado el clímax de dolor y sufrimiento que aquel episodio provocó en mí y, supuse, también en X. Con un destello de ironía en mi desfalleciente cerebro, llegué a pensar que quizá hubiera sido mejor el golpe contra el fondo del barranco. Luego, nada. Supongo que mi cuerpo y mi mente sucumbieron al dolor y perdí el conocimiento.

  Pero sobrevivimos. La desesperada estrategia de X dio resultado. Más tarde me explicó que, en aquellos angustiosos momentos, comprendió que el dispositivo no podía elevarlos al estar sometido a la aceleración de la caída, y que necesitaría un punto de apoyo, sobre el que establecer la fuerza del impulso ascendente. Pero tuvo que esperar a estar cerca del suelo para poder utilizarlo como tal.

  Seguramente, el bueno de X, cuando terminara este viaje, se pondría en contacto con los técnicos o cabezas pensantes o prebostes tecnológicos o lo que quiera que sea que tienen en su mundo para ocuparse de los detalles técnicos de estos superavanzados cacharritos para explicar lo que hizo y que ellos a su vez le explicaran qué es lo que pasó realmente. Yo no necesitaba saber nada de eso. Me conformaba con ver que, de una u otra forma, había funcionado y nos había salvado la vida.

jueves, 28 de agosto de 2014

Bodas de Plata de Voyager 2 y Neptuno.


                     
  El pasado 25 de Agosto se cumplieron 25 años del histórico paso (flyby*) de esta pionera nave junto al último planeta de nuestro sistema (aunque por aquel entonces no era considerado así: aún faltaban diecisiete años para que la UAI desposeyera de dicho status al pequeño Plutón).

  Voyager 2 pasó muy cerca de Neptuno, a unos 5000 km. También se realizó un cambio de trayectoria posterior a fin de acercarse a Tritón, su mayor luna.

  Voyager 2 realizó importantes descubrimientos durante su visita a este gigante gaseoso, además de enviar las primeras imágenes del mismo, ya que nunca antes se había tenido ocasión de contemplarlo desde tan cerca. Conocimos, gracias  a este misión, la Gran Mancha Oscura, un gigantesco ciclón que recorre el hemisferio sur del planeta y que tiene el mismo diámetro que la Tierra; también supimos de la masiva presencia de metano en su atmósfera, hecho que le confiere ese característico color azul oscuro –ya que el metano absorbe la frecuencia roja del espectro solar-; los magnetómetros de la nave descubrieron un potente campo magnético, misteriosamente desviado con respecto al eje de rotación. Además, al paso de Voyager se hicieron evidentes seis pequeñas lunas desconocidas hasta entonces, ya que por su tamaño no habían podido ser observadas desde la Tierra. Sus nombres: Náyade, Talasa, Despina, Galatea, Larisa y Proteo.

miércoles, 18 de junio de 2014

Mi mundo antes de Armonía




  Mi galaxia es pequeña pero acogedora. Cuenta con solo mil millones de estrellas, de las que solo una milésima parte alberga sistemas planetarios con vida autóctona. Por ello, no tengo demasiado trabajo. Aunque, como estoy solo, entre visitas de inspección y trabajos de campo, se me va la mayor parte del tiempo. Mi mundo-hogar, muy cerca del núcleo galáctico y convenientemente alejado de cualquier sistema habitado para mantener mi intimidad y anonimato, es un lugar maravilloso donde tengo todo lo necesario para mis escasos periodos de descanso y ocio. Preciosos y exóticos rincones naturales con muestras de las especies animales y vegetales de mil mundos; playas paradisíacas en las que, durante el ocaso, la pareja de soles que habitan mi cielo interpretan una cautivadora danza al tiempo que las fogosas luminarias del núcleo van conquistando el cielo nocturno. Parajes lujuriantes y desérticos; altísimas cumbres y fértiles valles. Extensas selvas y abigarrados bosques; praderas vírgenes no holladas aún por seres humanos ni humanoides…

  Pero estoy solo. El forzoso celibato de mi condición se hace a veces en extremo penoso. Sobre todo, cuando vienen a mi mente los tiempos de juventud en que las pequeñas diosas de mi panteón particular hacían las delicias de una existencia despreocupada y llena de placeres.
  ¡Ah! Pero aquellos dulces tiempos acabaron. Cuando uno llega a mi posición no queda apenas tiempo ni capacidad para los placeres ni las diversiones. Solo trabajo y sereno descanso.
  Así es mi mundo, así mi galaxia y así mi existencia. Desbordado por las preocupaciones acerca de los mundos bajo mi tutela, por el mantenimiento de la paz entre civilizaciones guerreras, por la prevención de cataclismos en mundos torturados, por la degradación de bellos vergeles convertidos en hediondos rediles. Incluso, a veces, teniendo que luchar contra la rebeldía de algunos de mis agentes, confundidos por una insana acumulación de poder o corrompidos por primarios pecados mundanos. A veces, como digo, desbordado, las cosas se me van de las manos y ocurren desgracias, tragedias, iniquidades que dan al traste con la idea primigenia de paz, belleza y espiritualidad con la que fue concebido este Universo…Y oigo, apretando los dientes de impotencia, las plegarias de almas cándidas que se preguntan cómo es posible que ocurran estas cosas; si no hay nadie allá arriba que sea capaz de detener tanta maldad y tanto sufrimiento. Almas bienintencionadas pero confundidas que aún creen en el concepto de la omnipotencia. Algo que ya desde mis primeros estudios aprendí que había que descartar en un Universo sometido a la Entropía.
  Y así, oscilando entre torturados pensamientos que me hacen cuestionar mi papel y el de mis iguales en este inmenso e ingrato océano cósmico; y entre los recuerdos de juventud que hacen de tarde en tarde avivar en mí la ya casi extinta llama del deseo y el amor; así van pasando los raudos eones y veo envejecer todo lo que me rodea, morir y volver a renacer, en ese ciclo infinito de la naturaleza en el que la semilla primigenia contenida en el polvo estelar puede dar lugar de igual manera a humildes microorganismos o a portentosos leviatanes que, indiferentes, surcan las aguas de ignotos mundos perdidos en algún rincón del vasto piélago universal…
Y entonces, en algún momento de aquella convulsa época en la que comenzaba mi decrepitud, quizá unos millones de años antes o después, apareció ella…

jueves, 22 de mayo de 2014

Primeros vuelos humanos al espacio VI




Gemini 5.

 “Eight days or bust (8 días o fracaso)”. Este es el lema o slogan que se le ocurrió al veterano de Mercury Leroy “Gordo” Cooper cuando fue seleccionado para el tercer vuelo del programa de los gemelos.

  Y es que el objetivo principal del mismo era “aguantar” en el espacio el tiempo equivalente al del futuro viaje a la Luna (entre ida, vuelta y estancia en aquel parque temático de la soledad y la astrogeología).

  Subidos al morro de un Titán II, Gordon Cooper y su compañero Charles “Pete” Conrad se elevaron a los cielos de Cabo Cañaveral en la mañana del 21 de Agosto de 1965. Para Cooper este fue su segundo y último vuelo y el primero para Conrad, que algunos años después desembarcaría en la Luna como comandante del Apolo XII, aunque previamente tendría tiempo aún de volar en otra misión Gemini, como veremos más adelante. También participó en el Programa Skylab.

Imagen de Cabo Cañaveral tomada por la Gemini 5


  Una vez realizado con éxito por sus predecesores el primer paseo espacial, objetivo tan técnico como mediático, otros importantes aspectos de la preparación de los vuelos lunares eran, como se ha dicho, analizar la resistencia de los astronautas para el “largo” vuelo al satélite y ensayar la cita espacial, maniobra esencial para el éxito de la empresa ya que, a aquellas alturas, el perfil de misión que se había establecido como más plausible era el de “encuentro en órbita lunar” (LOR: Lunar Orbit Rendezvous). Sobre el papel, era un bonito juego aquello de acoplar y desacoplar módulos, tanto durante el viaje de ida como en la órbita de regreso. Pero en la realidad, nadie sabía como hacerlo. Hasta que lo practicaron con las naves Gemini. Estas no tenían dispositivo de atraque, pero sí podían realizar citas cercanas y vuelos en formación. También disponían de aparatos y pecios para utilizar como objetivo de cita espacial. Recuérdese que el Gemini 4 intentó acercarse a la desechada etapa final del Titan que los llevó arriba como ensayo de esta maniobra, aunque fracasó en el intento. Más tarde se lanzarían, sincronizadamente con las Gemini, las naves automáticas Agena, que servirían de target para maniobras de acoplamiento real. Pero en el caso que nos ocupa, Gemini 5 transportaba un pequeño aparato que sería lanzado desde la propia cápsula y que, a modo de baliza, serviría como objetivo para un encuentro en órbita. Era el REP (Radar Evaluation Pod; algo así como “cápsula para pruebas de radar”). Sin embargo, debido a dificultades con el suministro de energía, este experimento fue cancelado. Más tarde, con el problema solucionado, se realizó una “cita fantasma –phantom rendezvous-”, maniobrando la nave para alcanzar un punto en el espacio preestablecido al efecto. En general, los objetivos de la misión se dieron por alcanzados, aunque hubo mucho de aburrimiento en aquel periodo de casi ocho días con poco que hacer y encerrados en un “cubo de basura”, según palabras del mordaz Pete Conrad ("Eight days in a garbage can."). También debemos al bueno de Pete otra perla acerca de la misión. Se dice que, a la vuelta, comentó que, de haberlo sabido, se hubiera llevado algún libro para leer.

Conrad y Cooper bromean a su regreso
   Por supuesto, este vuelo estableció un nuevo record de permanencia en el espacio, superando el de la Vostok 5, con la que Bykovsky voló durante cinco días.

lunes, 28 de abril de 2014

Día de sol en Rea

Rhea: la cara visible desde Saturno

Noticias del espacio XVIII. 

Día de sol en Rea
  Cerca del plenilunio, Rhea brilla a la luz del Sol en esta reciente imagen obtenida por la nave Cassini. Rhea (con 949 millas o 1527 kilómetros de diámetro) es la segunda luna de Saturno por tamaño.
El terreno iluminado que aquí se contempla pertenece al hemisfario de Rhea que mira a Saturno. En la imagen, el polo norte de Rhea está arriba pero inclinado 43 grados hacia la izquierda. La imagen fue tomada en luz visible con la cámara de ángulo estrecho de la Cassini el 10 de Septiembre de 2013.
La vista fue obtenida a una distancia aproximada de 990,000 millas (1,6 millones de kilometros) de Rhea. La escala de la imagen es de 6 millas (9 kilómetros) por pixel.
La misión Cassini-Huygens es un proyecto cooperativo de la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana. El JPL (Jet Propulsion Laboratory – Laboratorio de Propulsión a Chorro), una división del Instituto de Tecnología de California (Cal Tech) de Pasadena, dirige la misión para el Consejo de Administración de Misiones Científicas de la NASA, Washington D.C. El orbitador Cassini y sus dos cámaras de a bordo fueron diseñados, desarrollados y montados en el JPL. El centro de operaciones de imágenes tiene su sede en el Instituto de Ciencias del Espacio de Boulder, Colorado.
Para más información acerca de la misión Cassini-Huygens, visite
http://www.nasa.gov/cassini and http://saturn.jpl.nasa.gov. The Cassini imaging team homepage is at http://ciclops.org
Image Credit: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute


Saber más:
Los satélites de Saturno:

sábado, 5 de abril de 2014

Un mundo por descubrir (II)

La biblioteca oculta de Zöor (XI): Un mundo por descubrir  (II)

 

  La primera de ellas es el hecho, que ya mencioné anteriormente, de que si tenemos en cuenta los cálculos de Eratóstenes, el mapa de Toscanelli no serviría para hacerse una idea de la verdadera distancia hasta las tierras del extremo Oriente. Aunque esta visión arrojaría cierto pesimismo de cara al éxito de la empresa, no podemos dejar de tenerla en cuenta. Con estos cálculos, el mar Océano se dilataría hasta casi el doble de la apreciación más favorable, y, sin conocer qué condiciones, qué vientos o qué ignotos peligros acecharían en sus más remotos dominios, sería en extremo arriesgado el emprender la aventura.
  La ignorancia de los antiguos les llevó a pensar que un innombrable abismo se tragaba las aguas del océano al llegar a sus confines. Y que desconocidos monstruos acechaban al incauto marino que osara navegar por  esas aguas. La razón nos dice que nada de eso es posible. Pero una pobre carabela, abandonada a su destino en esa inmensidad, quien sabe si detenida en una angustiosa e interminable calma, o zarandeada por terribles tormentas, quizá sucumbiera, y con ella toda su desgraciada tripulación, a una fatal agonía o a un mortal desastre.

domingo, 30 de marzo de 2014

Comentarios. El Legado de PKD (2). La Penúltima Verdad



  

  Hay un cierto consenso en ese multitudinario y complejo mundo de la literatura fantacientífica por el cual se respetan o se siguen de manera tácita una serie de “normas” que en su momento fueron establecidas por alguno de los grandes maestros. Es el caso, por ejemplo, del código de conducta de los robots. El gran Isaac postuló en su día, como envoltura ética para sus tempranos relatos de robots, las famosas “Leyes de la Robótica”, que primero eran tres y luego fueron cuatro, cuando, posteriormente,  se incluyó la ley Cero. La finalidad de todo esto, en resumen, es la de que un robot nunca debe dañar a un ser humano. Otros estándares del género nos asoman a una definitiva y fatal tercera guerra mundial (la cual  se creía inevitable en los tiempos de la guerra fría) que nos dejaría un mundo desolado e inhóspito por el que vagarían  como almas en pena los escasos supervivientes de la contienda en situaciones precarias o incluso de vuelta a la barbarie. En fín, una serie de temas cruciales de la fantasía científica como la tecnología al servicio de armas cada vez más mortíferas, la fabricación de órganos artificiales o los viajes en el tiempo, podemos encontrarlos en multitud de obras pertenecientes al género y, como decíamos más arriba, tratados con cierta unanimidad de criterio…
  Pero en esto llega Philip K. Dick, meritorio enfant terrible de la escena SF y arrasa con la ética, los consensos y los caminos trazados. Claro que él mismo también se hizo un sitio entre los maestros, así que se podía permitir el lujo de trazar otros senderos. 

sábado, 29 de marzo de 2014

Intro XXXII


 
    El terror imaginado, la horrible sensación que nos acecha en lúgubres pesadillas, ese instante de pánico en el que un abismo sin asideros nos traga indefectiblemente. Cuantas veces hemos sufrido en sueños esa sensación de caída fatal hacia las fauces de un precipicio, por la mala suerte o por nuestra propia estupidez. Sensación de caída, irremediable, sin esperanza, pavoroso instante en el que el mundo nos deja para siempre. Por suerte, en las pesadillas, esta sensación dura un instante y, generalmente, tras una incómoda convulsión, nuestro propio cuerpo nos despierta, alejando los miedos. Pero ahora era de verdad. Como si se tratara de arenas movedizas, el suelo se había desecho bajo mis pies, como un terrón de azúcar, por el peso de mi cuerpo. De alguna manera nos habíamos visto desplazados al mismo yermo paraje por el que transitamos en nuestra primera visita a aquel planeta. Pero, ¡ay! Mala suerte, fuimos a aparecer justo en el borde de aquel precipicio cuya contemplación me había dejado sin aliento. Aquella titánica herida en la piel del mundo provocada por una fatal carambola cósmica.

  Efectivamente, algún fallo o interferencia en el proceso que nos permitía desplazarnos por el espacio tiempo, habría provocado un pliegue o pliegues inesperados que nos habrían arrojado de vuelta a aquel lugar que era la realidad, el verdadero rostro de Daroon en la actualidad. Aprendí, de pronto, que la naturaleza de las cosas es probablemente obstinada y se esfuerza en hacernos comprender que por muy ingeniosas tecnologías que podamos desarrollar estos simios convertidos en hombres que se han hecho con el poder en una apreciable porción del Universo, estaremos siempre sujetos a la obtención del beneplácito de las verdaderas fuerzas que lo gobiernan, ya que, imperfectos y falibles, tendremos siempre un resquicio para el error, la imprevisión, lo desconocido…

  Pero de nada me serviría ya, a estas alturas, esa lección. Me quedaban solo unos segundos de vida, quizá minutos, dependiendo de la insondable profundidad de aquel abismo. Todo esto lo vi en un fugaz instante, cuando manoteando como un insensato intentaba revertir el ya fatal desequilibrio provocado por la falta de apoyo para mis pies, que me hacía caer hacia atrás.

  Sin embargo, en mi desesperación pude contemplar como, con una agilidad que nunca hubiera esperado de su desgarbada anatomía, X dio un fuerte salto hacia delante y, sujetándome  por la cintura, se unió a mí en la caída.

  Muy bien. Mi situación antes era desesperada. Ahora ya no había remedio.

  Ahora caíamos ambos hacia las profundidades del barranco. Era el fin.

  Pensé que no tenía sentido que X se hubiera sacrificado para no dejarme caer solo. Que, quizás presa de la desesperación por no poder salvarme, había actuado como un loco.

  Pero en ese momento vi que empuñaba el dispositivo y, dirigiéndolo hacia arriba, como siempre, pulsó repetidamente el botoncito. ¡Ah! -pensé aliviado- Ese era el plan. Un salto in extremis, a donde fuera, a cualquier parte que nos alejara de la muerte agazapada en este abismo. Pero no pasó nada…

  Seguíamos cayendo. El fondo del barranco se acercaba vertiginosamente y solo me pregunté si llegaría a sentir dolor o la muerte sería instantánea, rogando que ocurriera esto último.

  Iba a cerrar los ojos esperando el brutal impacto cuando vi como X, en un arranque de genialidad o desesperación, apuntó el cacharro hacia abajo, hacia el suelo y volvió  a pulsar el botón.

continuará

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domingo, 16 de marzo de 2014

“Alien” balls from outer space found in a remote area of Namibia.



 Esferas “extrañas” halladas en una apartada zona de Namibia.


(Leído en el artículo “Spherical Object Drops from the Sky in Namibia”, by Nancy Atkinson; Universe Today)






   Hace unos años fue hallada en una planicie del norte del país, a más de 700 kilómetros de la capital, Windhoek, una esfera de apariencia metálica, de poco más de un metro de diámetro, y semejante, si se deja vagar un poco la fantasia, a esos artefactos alienígenas que aparecen en las películas fantásticas. Pero tras una inspección un poco más detallada se descubrió que podía ser cualquier producto de la tecnología humana, elaborado con metales o aleaciones perfectamente habituales en la industria aeroespacial.

  ¿Pero cómo aparece ese objeto en un páramo del África profunda? El objeto, al caer, provocó un cráter de unos 30 centímetros de profundidad y unos tres metros de anchura y, tras un evidente rebote quedó detenido a unos 18 metros del lugar del impacto. Todos estos datos los aporta la abnegada policía forense del país africano.

  Para entender este fenómeno deberemos remontarnos a otros hechos similares reportados algunos años antes en otras remotas zonas del planeta pertenecientes a Brasil y Australia, en 2006 y 2008, respectivamente. Unas esferas de tamaño similar, algunas bastante maltrechas, fueron halladas en estos lugares. 

domingo, 23 de febrero de 2014

El asombroso caso del duplicador de materia (III)



  


  Durante los días siguientes, Rope no paró de realizar pruebas, muchas de ellas con resultados positivos, sorprendentes o inesperados. Cambiando la secuencia de las ondas, los parámetros, la potencia…Modificando el ángulo de reflexión; cambiando la ubicación de los objetos a duplicar… Consiguió sistematizar y definir un modelo matemático de las posiciones relativas de los objetos y los ángulos de disparo de la máquina de manera que pudo duplicar casi cualquier cosa que entrara en su laboratorio.
  Por supuesto, ya no solo duplicaba dinero. Había abandonado esta fase del experimento cuando consiguió duplicar un sobre con cien mil euros en billetes de 500. Llegado el caso, le sería difícil justificar como pudo reunir tantos billetes morados en tan poco tiempo… Después se dedicó a otros objetos pequeños como bolígrafos, móviles, relojes, etc. También tenía muestras de varios metales y ahora “Tiger”, su gatito romano, tenía un hermano gemelo. Bueno, en realidad, un clon.
  Rope ya estaba completamente convencido de que todos los objetos duplicados procedían de alguna parte, no podían haberse creado de la nada, pero esto presuponía un hecho sorprendente e, incluso, inquietante: Debía existir –“ahí al lado”, como a él le gustaba decir – una realidad coexistente que debía ser igual, aunque complementaria, o si se quiere opuesta, a la que nosotros habitamos. Dándole vueltas no encontró otra explicación que la del “Universo espejo de antimateria”.
  En nuestro Universo existe un pequeño porcentaje de antimateria, no sabemos aún si residual o constante. Pero todo a nuestro alrededor está hecho de materia. Según se cree, al principio de los tiempos, tras el Big Bang, las cantidades de materia y antimateria estaban equilibradas, pero, por algún proceso desconocido, la antimateria, en nuestro caso, fue siendo “aniquilada”, hasta que predominó la materia. Sin embargo, todas las teorías insisten en que cuando materia y antimateria entran en contacto se destruyen mutuamente, transformándose en energía. Deberían por tanto, haber desaparecido ambas, no solo la antimateria. ¿O quizá toda la materia que vemos es ese infinitesimal porcentaje en el que esta superaba a su némesis?

lunes, 10 de febrero de 2014

Primeros vuelos humanos al espacio (V)



   

  Mientras Alexei Leonov se paseaba, no muy plácidamente, por los alrededores de aquella vieja cafetera llamada Vosjod II, colgando de un precario cable que le balanceaba sobre la enorme faz de la Tierra, allá en el reino de la microgravedad y las órbitas bajas, y asombraba al mundo con su hazaña gracias al jugo que la bien engrasada máquina propagandística soviética sabía extraer de cada logro de su programa espacial, los americanos, más despacio, pero también más metódicamente, se aprestaron a poner en marcha el Programa Gémini, que sería la antesala y banco de pruebas de toda la tecnología y recursos que se habrían de desarrollar para que el siguiente programa, el famoso Apolo, pudiera alcanzar la meta propuesta por el malogrado presidente Kennedy, es decir, ni más ni menos que la Luna.

   El tiempo apremiaba, pues aquella década corría a una velocidad vertiginosa, y el fin de la misma –plazo establecido por el llorado estadista- se acercaba a pasos agigantados. Tras una serie de fracasos, el pionero Mercury no obtuvo fruto hasta bien entrado 1962, cuando Glenn pudo orbitar la Tierra, dando a su pais un puesto, por fin, en la carrera espacial. A mediados de 1963 se dio por finalizado ese callejón sin salida que era Mercury, una nave que ya no daba más de sí y que no servía a los nuevos objetivos propuestos. Así que se diseñó Gemini que, para entendernos, tenía aproximadamente la misma forma que Mercury, pero algo más grande: lo suficiente para acomodar a dos astronautas. Pero la cápsula Gémini implementaba algunas mejoras que la hacían muy superior a Mercury. Disponía de un módulo de servicio, por primera vez en los diseños americanos (los soviéticos habían empleado este sistema desde el principio), con el fin de disponer de depósitos de combustible y células de energía adicionales para realizar maniobras en órbita y permitir estancias más largas en el espacio. Disponía también de un ingenioso sistema de escotillas-ventana independientes, situadas encima de cada puesto de pilotaje, de manera que cada tripulante podía salir y entrar de manera independiente. Esto sería muy práctico a la hora de los paseos espaciales. Además, el espacio era tan exiguo –de hecho el astronauta tenía el sitio justo para ir sentado y sin poder moverse durante todo el viaje, a excepción, como queda dicho, de los eventuales paseos espaciales- que no eran necesarias esclusas de presión. A la hora de salir, ambos astronautas, tanto el spacewalker como el que permanecía en la cápsula, cerraban sus trajes de presión y, simplemente, se evacuaba la pequeña atmósfera de la cápsula y se abría la escotilla.

sábado, 1 de febrero de 2014

Noticias del espacio XVII



 Image Credit: NASA/ESA

Programa “Hubble Frontier Field (campo fronterizo)” y Abell 2744
  Esta imagen de larga exposición captada por el Telescopio Espacial Hubble en la que se observa el masivo cúmulo de galaxias Abell 2744 (en primer plano) es la más lejana jamás obtenida de un grupo de galaxias. Muestra algunas de las más débiles y jóvenes galaxias detectadas en el espacio.
  La inmensa gravedad de  Abell 2744 es usada como una lente para curvar el espacio y aumentar y aclarar imágenes de galaxias muy distantes. Las más lejanas aparecen tal como eran hace más de doce mil millones de años, en los primeros tiempos después del big bang.

domingo, 26 de enero de 2014

Comentarios. Aquellas viejas series.2.Guardianes del espacio(I)



    Durante la década de los sesenta del pasado siglo, el mundo asistió al inicio de una nueva concepción del entretenimiento tejida con argumentos que trataban ideas extraordinarias. A los que nos tocó vivir aquella época como niños nos fascinó doblemente el carácter fantástico, fantacientífico y aventurero de las producciones del momento.
  Ya el cine comenzó esta tendencia en los años cincuenta con películas como “Destination Moon”, “Ultimátum a la Tierra” o “La Guerra de los Mundos”. La influencia de la trágica guerra global de la década anterior y los impactantes acontecimientos de que estuvo rodeada, como el uso de armas nucleares y el impulso exponencial a la tecnología gracias a la economía de guerra con el desarrollo de cohetes, grandes aviones; el embrión de la informática impulsado por la necesidad de máquinas  encriptadoras y descifradoras…y una horrible duda sobre si los avances tecnológicos no iban a conseguir otra cosa que acercarnos más rápidamente al final de nuestra civilización…todo ello, aderezado con las enajenadas declaraciones de visionarios o místicos que anunciaban la intervención de altos poderes, ya de origen divino o simplemente extraterrestre, para salvarnos de nosotros mismos, dieron lugar como decimos a una más bien tétrica, pesimista y oscura visión del futuro de la humanidad.
  Pero, como decimos, esta tendencia revirtió hacia un moderado optimismo durante la década siguiente, haciendo de lo fantástico y cienciaficticio un nuevo género de entretenimiento dirigido a una pujante clase media que venía aceptando de buen grado el sentirse parte de una sociedad tecnológica cuyos logros podrían facilitarle la vida. Y  para poder disfrutar de este nuevo espectáculo, en la comodidad e intimidad del hogar, y sobre todo, para mantener entretenidos a los niños, como uno más de los rasgos del incremento de lo que se ha dado en llamar calidad de vida de estas clases medias, fue necesaria la irrupción y perfeccionamiento de la televisión.

miércoles, 22 de enero de 2014

El experimento de Eratóstenes (y II)


Leer la primera parte


Probablemente, Eratóstenes trazó un dibujo a escala del experimento y, sobre el papel, midió con utensilios básicos el ángulo β , averiguando la porción de circunferencia correspondiente al ángulo, y que algunos historiadores cifran en 1/50. Hoy sabemos que, por trigonometría, podemos hallar las medidas de los ángulos y lados de un triángulo rectángulo conociendo algunos datos. En el caso que nos ocupa utilizaremos la fórmula de la tangente que es la que relaciona el ángulo con los catetos, cuyas medidas conocemos ya que corresponden a la longitud del poste y a la de la sombra proyectada, tg(x)= a/b, siendo a el cateto opuesto al ángulo y b, el adyacente.
Siguiendo con los datos extraídos de la anteriormente referida simulación, correspondiente al  Proyecto Celestia, los datos serían:

Tg(β)= 0,5053m./ 4m.= 0,126325.

Para hallar la medida del ángulo a partir del valor de la tangente necesitamos la función arcotangente (arctg), -que es la inversa de la tangente y que por tanto, nos da la medida del ángulo buscado- y una calculadora científica, ya que están implicados algunos cálculos complejos:
escribimos el valor obtenido para la tangente y marcamos la casilla Inv (número inverso) y pulsamos la tecla tan, con lo que obtendremos el valor inverso de la tangente, es decir, el arcotangente, que equivale al ángulo buscado.

lunes, 20 de enero de 2014

Intro XXXI


   

   El viaje en el ascensor duró poco más de cinco minutos. Debimos bajar a una velocidad vertiginosa. Calculé que la estación espacial, aun encontrándose, como es habitual, en una órbita baja, debía distar al menos doscientos cincuenta o trescientos kilómetros de la superficie del planeta. Me mareé un poco al pensar que nuestra velocidad podía ser de más de tres mil km/h; pero claro, con la tecnología de esta gente, repleta de trucos para engañar a la física convencional, no se experimentaba ninguna sensación extraordinaria. Lo que eché de menos fue poder contemplar la panorámica durante nuestro acercamiento al planeta, ya que a nuestro alrededor solo era visible una especie de arcoiris que pulsaba con una frenética intermitencia.

  De pronto pensé que a esa endiablada velocidad no podríamos acercarnos a la superficie, pues moriríamos estampados contra el duro suelo, o aplastados por la fuerza de la eventual frenada. O sea, que, o bien aquello empezaba ya a perder velocidad poco a poco para depositarnos suavemente en el planeta, o habría que empezar a preocuparse.

   Un desagradable escalofrío me recorrió la espalda. Intenté poner a X al corriente de mis preocupaciones pero me fue imposible hablar coherentemente. De mi garganta solo emergieron unos patéticos gañidos inarticulados. X se percató de mis esfuerzos y con un gesto, me indicó que no me esforzara pues tampoco podría oirme. Claro, de hecho, nos desplazábamos mucho más rápido que las ondas sonoras y estas quedaban atrás antes de poder propagarse en aquel espacio. Aunque ello indicaba que, de alguna manera, nos encontrábamos al aire libre, pues en una atmósfera hermética -que viajara con nosotros- no se hubiera producido ese fenómeno.

  Todos mis miedos se disiparon al llegar abajo, pues, cuando aterrizamos, no se notó nada extraordinario, solo una leve sacudida del aparato. Entonces, más tranquilo, le pregunte a X como era posible esa llegada tan suave después de caer a tanta velocidad...

  -Ah, bueno, hemos colaborado en aportar un poquito de energía a este mundo.La energía potencial, tanto nuestra como del aparato ha pasado a convertirse en energía cinética cuando bajábamos, y esta, a su vez, en calor, cuando hemos frenado. Una especie de conversor, cuyo funcionamiento seguramente no comprenderías, pues pertenece a la avanzada tecnología de esta gente, absorbe el calor generado por la fricción de la frenada y lo vuelve a transformar en energía que se acumula para utilizarla cuando el ascensor vuelva a subir. No es el movimiento continuo, desde luego, pero solo con aportar pequeñas cantidades de energía adicionales, el sistema se mantiene en movimiento a un coste bastante económico en términos energéticos.

sábado, 18 de enero de 2014

El primer asteroide que golpeó la Tierra en 2014.





  2014 AA, así se llama el angelito. Es pequeño, del tamaño de un coche, más o menos, pero ello implica una masa de roca de muchas toneladas.
Afortunadamente, cayó sobre el mar, en medio del Atlántico, a unos 3000 kilómetros de la costa de Venezuela.
  Sin embargo, lo inquietante del asunto es que, aunque el asteroide fue descubierto con antelación -por el reconocido meteor hunter Richard Kowalski-, nadie previó que iba a chocar contra la Tierra. Así, unas 20 horas después de su avistamiento telescópico, se produjo el inesperado impacto.
  Según la noticia publicada en SKY & TELESCOPE  "Small Asteroid 2014 AA Hits Earth” (“El pequeño asteroide 2014 AA golpea la Tierra”): " Descubierto durante la pasada Nochevieja con un telescopio de Arizona, un pequeño asteroide impactó contra la Tierra en algún lugar del Océano Atlántico - pasando inadvertido-  21 horas más tarde”.
  Esto es un buen recordatorio para todos aquellos que confían en el sistema de vigilancia antimeteoritos con esa fe en que la tecnología actual nos permite anticipar con tiempo suficiente cualquier posible impacto de estas rocas espaciales. Al parecer no siempre es así, y no siempre se puede saber el lugar del choque, ni si este va a tener lugar o no.

domingo, 12 de enero de 2014

El asombroso caso del duplicador de materia (II)





"La materia no se crea ni se destruye. Solo se transforma...”

"La materia no se crea..."

  David Rope despertó de un inquieto sueño, bañado en sudor. Se incorporó a medias en la cama y miró la hora en el reloj luminoso que se hallaba sobre la mesita de noche. Las cuatro de la mañana. Comprendió que no iba a poder dormir más. Renuente, pero resignado, se levantó y se dirigió a la cocina del apartamento para preparar café.

Mientras se hallaba sumido aún en ese estado de ofuscación que precede a la verdadera vigilia diurna, los últimos retazos de lo que había soñado volvieron a su mente. El enunciado de Lomonosov-Lavoisier martilleaba de nuevo en su cabeza. Y esto le hizo pensar…

  La noche anterior, antes de irse a dormir y después de estar un rato cavilando sobre el misterioso asunto de la moneda duplicada, se dedicó a revisar las ecuaciones incluídas en el programa que había creado para diseñar sus hipotéticas "ondas inteligentes", que aún se hallaban en fase de experimentación. Había hallado algo que le sorprendió sobremanera ya que no recordaba con exactitud haber escrito esa parte del programa. Pero en una ecuación tan larga, eso no era extraño, ya que muchas veces los desarrollos matemáticos te llevan por caminos y vericuetos que más tarde son difíciles de recordar en su totalidad. Y esto estaba relacionado con el hecho de que en la propia simulación, cuando se aumentaba la potencia de las ondas de manera  deliberada, estas desaparecían, como había podido comprobar la noche anterior, hecho que nunca antes se había evidenciado.

  Por un momento Rope sopesó la posibilidad de que alguien estuviera trasteando en su laboratorio y en sus experimentos, pero luego concluyó que esto era prácticamente imposible. Además, Rope no era muy dado a creer en paranoias conspirativas.

  Por tanto, debía haber otra explicación. Intentando poner orden en su mente mientras bebía pausadamente el café que se había preparado, estuvo meditando y llegó a  las siguientes conclusiones:

lunes, 6 de enero de 2014

Primeros vuelos humanos al espacio (IV)


El accidentado paseo de Alexei Leonov




  Korolev planteó otro reto, o más bien un puzzle, a su equipo de ingenieros. Habían conseguido convertir la vieja pero fiable Vostok en una Vosjod que pudiera acoger a un equipo de tres cosmonautas, como se explicó en el capítulo anterior. Para ello habían encontrado una solución bastante comprometida: no usar trajes de presión y limitar al mínimo el mobiliario de la cápsula, pues en un espacio diseñado inicialmente para una persona, había que alojar a tres. Uno de los logros de  la OBK, la oficina de diseño de Korolev, para el programa Vosjod fue diseñar asientos personalizados. Esto aún se sigue utilizando hoy en día para los vuelos Soyuz, cuyo módulo de ascenso-retorno es igualmente de un tamaño muy reducido. No se trata de asientos propiamente dichos, son una especie de bandejas o moldes en el que el astronauta va reclinado y con las piernas encogidas, prácticamente en posición fetal.

   Hemos llamado molde al asiento porque realmente se hace a medida de cada astronauta de manera que le contenga eficazmente en los momentos de aceleración y deceleración. De hecho, en la actualidad los viajeros espaciales que suben a la ISS deben desmontar y llevar consigo sus asientos para instalarlos en la cápsula que les lleve de vuelta a la Tierra. Su asiento o yacija es por tanto una parte más de su equipaje.
  En el caso de la Vosjod 2 se planteó otra circunstancia: No podían ir tres astronautas porque en ese caso no les quedaría espacio para moverse (en la Vosjod I, los ocupantes debieron permanecer toda la misión en sus puestos una vez acomodados, pues no quedaba espacio material en el habitáculo). Pero no era necesario, con dos era suficiente: un comandante piloto y un ingeniero de misión que realizara el paseo. Ni siquiera el que permaneciera en la nave podría hacer gran cosa por ayudar al spacewalker en caso de problemas, como realmente ocurrió. La siguiente decisión era: ¿dotar a la nave de un dispositivo para entrar y salir, es decir, una esclusa de aire, o  realizar una descompresión total y abrir simplemente la escotilla para salir y entrar? Esto último quizá hubiera sido más sencillo, pero en la práctica imposible: debemos imaginar una cápsula muy reducida con los dos hombres confinados a sus asientos y el puesto de control con los mandos junto a la escotilla de entrada. Esta era la posición del comandante y quizá hubiera sido más difícil rediseñar el interior de la cápsula para situar a Leonov junto a la escotilla. Por otra parte, se hubiera necesitado un suministro mucho mayor de oxígeno para represurizar la cápsula una vez terminado el paseo espacial. Por ello se optó por inventar una esclusa retráctril, que se desplegara hacia fuera una vez en el espacio, ya que instalar una esclusa fija en el interior tampoco era factible. Así pues, una vez llegado el momento, aquel 18 de marzo de 1965, Leonov abría la escotilla instalada en su lado de la cápsula y la esclusa se desplegaba, inflándose, hacia el exterior.

sábado, 4 de enero de 2014

El experimento de Eratóstenes (I)





  Uno de los experimentos más valorados y celebrados de la historia de la ciencia es el que realizó este sabio de Cirene, a la sazón director de la Biblioteca de Alejandría y reconocido erudito en múltiples ámbitos del saber humano.

  No es necesario decir que para que ocurran ciertos hechos extraordinarios, no dependientes exclusivamente del azar, han de darse sin embargo una serie de circunstancias de manera acorde y simultánea y debe haber además, una chispa que prenda la llama de la intuición, la curiosidad o la necesidad de averiguar algo. Y por supuesto, que la persona idónea esté en el momento y lugar adecuado.


  Todas estas circunstancias se dieron en el caso que nos ocupa.
Eratóstenes nació en el seno de una rica y culta familia en la ciudad norteafricana de Cirene (actualmente Shahhat, Libia) en el año 276 a. C. Por aquel entonces, la ciudad –originalmente, una colonia griega- se hallaba bajo el gobierno del Egipto Ptolemaico, uno de los reinos surgidos del reparto del imperio alejandrino.

  Astrónomo, poeta, geógrafo y filósofo, a la edad de 40 años se hizo cargo de la dirección de la Biblioteca de Alejandría, centro cultural de la época, a instancias del rey Ptolomeo III, puesto que ocupó hasta su muerte en el 194 a C.

  Es durante esta época cuando Eratóstenes tuvo conocimiento del hecho de que en la ciudad de Asuán*, en el sur de Egipto, durante el solsticio de verano, los objetos verticales no arrojaban sombra alguna y el sol se reflejaba en el agua del fondo de los pozos. Este hecho, que quizá pudiera parecer una simple curiosidad natural, no pasó desapercibida para las inquisitivas mentes de algunos sabios antiguos. No se sabe si Eratóstenes lo supo por haberlo leído en alguno de los pergaminos atesorados en la enorme Biblioteca que dirigía, o si le fue referido por algún viajero. O, quizá, simplemente, era un hecho conocido en aquellas tierras gracias a la tradición oral.

jueves, 2 de enero de 2014

Noticias del Espacio XVI

Image credit: NASA/JPL-Caltech


La Cabeza de Bruja fabrica nuevas estrellas.

   Una bruja parece gritar al espacio en esta nueva imagen del telescopio espacial WISE (Explorador de infrarrojos de gran amplitud)* perteneciente a la NASA. La imagen infrarroja muestra la nebulosa "Cabeza de Bruja", así llamada por su parecido con la imagen de perfil del rostro de una malvada bruja.

  Los astrónomos dicen que las formas ondulantes de la nebulosa, donde las crías de estrellas se están formando, son iluminadas por estrellas de gran masa.

  Al ser alcanzado por la luz de estas estrellas, el polvo que forma las nubes brilla con luz infrarroja, la cual es capturada por los detectores del telescopio WISE.

  La Nebulosa Cabeza de Bruja, a varios cientos de años luz de distancia, se encuentra en la Nebulosa de Orión, más concretamente junto a la famosa "rodilla" del cazador.

  El telescopio WISE fue recientemente despertado para rastrear asteroides dentro de lo que se conoce como Programa NEOWISE. La reactivación se produjo tras un periodo de "hibernación" del aparato, que fue apagado en 2011 tras completar su primera misión en la que realizó dos observaciones completas del espacio, como estaba planeado originalmente.



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