lunes, 30 de septiembre de 2013

Primeros vuelos humanos al espacio (III)

  Una vez resuelto el primer envite en la conquista del espacio por las potencias líderes del primer y segundo mundo del agitado siglo XX, las miradas de los ingenieros espaciales, los políticos, los militares y el público en general se volvieron, cual soñadores poetas o extasiados licántropos, hacia la torturada y brillante faz del astro lunar, obvio escalón siguiente en esa "stairway to heaven" que la sociedad tecnológica de  los inicios de la  Era de Aquarius se había empeñado en subir. Ya en los albores  de la carrera espacial el malogrado presidente JFK, consciente de la necesidad de plantear nuevas metas y conquistas a una gran nación que había recibido en sus temblorosas manos el liderazgo de un mundo desorientado, cuyas seculares heridas y desgarros no habían sido sino agrandadas por una cruel e infernal guerra mundial, lanzó el órdago de prometer que un ciudadano americano -y con él las almas y esperanzas de los restantes 200 millones- hollaría el polvoriento suelo del satélite antes de que acabara aquella década. Y además, en magnánimo gesto, ofrecería aquella conquista a la humanidad en general, para un uso pacífico, sin fronteras ni posesiones territoriales.

Placa depositada en la Luna por el Apolo XI



"I believe that this nation should commit itself to achieving the goal, before this decade is out, of landing a man on the moon and returning him safely to Earth."

  ("Creo que esta nación debe asumir como meta el lograr que un hombre vaya a la Luna y regrese a salvo a la Tierra antes del fin de esta década")




  Pero antes de intentar la hazaña, había que conseguir numerosos objetivos intermedios: naves más maniobrables que fueran capaces de realizar citas espaciales, trajes y medios de protección contra la radiación, ya que al ir más allá de las cercanías de la Tierra se abandonaba la cubierta antirradiación que nos proporciona la magnetosfera, software de navegación, cohetes más potentes...

  Los rusos nunca declararon abiertamente que iban también a por la Luna, pues seguramente dudaban de su capacidad para conseguirlo, de modo que no se pudiera hablar de fracaso o  derrota en caso de no conseguirlo, pero en la práctica, y de manera encubierta también lo intentaron.Y en algunos de los aspectos mencionados, de nuevo, tomaron la delantera:
  Una de las primeras necesidades para un programa lunar era la de enviar a un equipo de varios hombres, pues una misión tan compleja y con tantas tareas como era el viaje lunar no se podía encomendar a un solo hombre. Este fue el primer logro del siguiente proyecto espacial soviético: Vosjod.
  El programa Vosjod estuvo compuesto únicamente por dos naves (Vosjod 1 y Vosjod 2) que no eran sino una adaptación de la vieja y fiable Vostok que había transportado a los primeros cosmonautas en vuelos individuales.
  La Vosjod I supuso el primer vuelo múltiple al espacio. Se pasó de un solo hombre a tres. El espacio era el mismo, pero, en esta ocasión, nada de asientos eyectables, nada de trajes de presión. Con unos uniformes de leve carácter militar, los tres cosmonautas se acomodaron en el exiguo espacio de la esférica cápsula fiando su supervivencia al buen funcionamiento del soporte vital de la misma.
  El 12 de Octubre de 1964, lanzada por un A2, versión modificada del anterior vector Vostock, la Vosjod 1fue puesta en una órbita de 178x409 km con tres hombres a bordo: Vladimir Komarov, comandante y único cosmonauta profesional de los tres; K. Feoktistov, copiloto (o ingeniero de vuelo, que es la denominación que en el programa ruso se da a los cosmonautas que no desempeñan el cargo de comandante. En realidad Feoktistov era uno de los diseñadores del equipo de Koroliev. Él fue quien propuso la eliminación de los trajes IVA como fórmula de ahorrar espacio y se prestó voluntario a llevarlo a la práctica) y B. Yegorov, médico. Básicamente, el objetivo de la misión era propagandístico: adelantarse a los americanos, que preparaban el programa Gemini, que constaría de cápsulas para dos tripulantes.

  El siguiente vuelo con tres cosmonautas no se produjo hasta el Soyuz 5, en 1969. Los americanos lo hicieron unos meses antes,en la primera misión tripulada Apolo (Apolo VII, en 1968)
  Como puede verse, en esta segunda etapa de la carrera espacial, el programa espacial ruso no tenía un rumbo definido y se bamboleaba al son de los vientos de la política. Habitualmente, se aprovechaba la tecnología existente para intentar adelantarse a los americanos, de forma más o menos precaria,  una vez los servicios de inteligencia daban la voz de alarma sobre el siguiente paso de aquellos.
 Y esto es, más o menos, lo que ocurrió con la Vosjod 2, lanzada cinco meses después de su gemela. Alguien se enteró de que los americanos preparaban un paseo espacial en el segundo de los vuelos Gemini, programado para Junio de 1965, y allá que la OBK, con Koroliev al mando, empezó a trabajar para conseguir que un cosmonauta consiguiera salir al espacio y regresar a la nave con cierta seguridad. Todo ello requeriría una serie de modificaciones en la esférica cápsula que, hasta el momento, era lo único que tenían para mandar gente al espacio.

El accidentado paseo de Alexei Leonov



continuará

1 comentario:

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