-¿Quieres decir
que voy a tener un cacharrito de esos
para mí, para viajar por mi cuenta y riesgo?
-Así es. Ya irás
aprendiendo a manejarlo.
No sabía si
alegrarme o no. ¿Qué iba a hacer? ¿Viajar los fines de semana? En lugar de ir a
la playa o a pasear por el campo, podría darme un garbeo por Alpha Centauri o
por Sirio. En las vacaciones podía irme a explorar regiones desconocidas del
cosmos. Era de locos.
Estas reflexiones
me llevaron a recordar mis obligaciones cotidianas en la Tierra, las cuales había
descuidado bastante desde que salimos de viaje. Quizá me habrían dado por
desaparecido. Y el trabajo...
-¿Cuánto tiempo
llevamos viajando? -pregunté a X, súbitamente alarmado. Durante el viaje había
estado tan absorto y ocupado que no había reparado en esta cuestión-.
- Según el tiempo
terrestre, salimos hace exactamente 3 horas, 17 minutos y 12 segundos.
- Ah, Bueno
-repuse tranquilizándome de inmediato-. Pero, ¿cómo es posible? A mí me parece
que llevamos varios días dando tumbos por ahí...
- Veras, en realidad hay un pequeño truco.
Aunque se considera que el viaje con el dispositivo transportador dura entre 1
segundo y varios minutos, la verdad es que se trata de tiempo negativo. Debido
a los pliegues en la envoltura del espacio real que se utilizan para acortar el
camino, no solo se viaja en el espacio, sino también en el tiempo. Si uno lo
desea, puede volver a un sitio "antes" de haber estado allí por
primera vez. Es lo que ocurrirá cuando volvamos a Daroon 6.
- ¿Puedes
explicarlo de nuevo? Prometo hacer un esfuerzo para entenderlo...
- No te preocupes.
Ya lo comprenderás. Cuando volvamos a la Tierra no habrán pasado más que unas horas en el
tiempo objetivo local. Pero todavía falta mucho para eso.
Iba a hablar de nuevo, pues un montón de interrogantes se
agolpaban en mi cabeza, pero en ese momento llegamos a nuestro destino. El
efecto de abrirse la cortina de oscuridad se produjo una vez más, y nos
encontramos ante un extraño paisaje de abruptas montañas y barrancos. Nos
encontrábamos en lo que parecía un
estrecho desfiladero. Surgiendo de las paredes del precipicio, altísimas
chimeneas despedían espesas nubes de humo. Unido a ello, un cielo muy nuboso,
que no dejaba pasar mucha luz, creaba un ambiente de opresiva tenebrosidad.
X echó a andar y, previendo que nos quedaba por delante
otra larga caminata, aproveché para consultarle una duda que me había surgido
con el tema de las plantas de crecimiento rápido y la terraformación.
- Ya he
comprendido que cuando uno quiere hacer habitable un planeta hay que echar mano
de esas plantitas estupendas, pero ¿cómo se consigue que la producción de
oxígeno de la planta no escape al espacio, al igual que ocurriera en el pasado
con la supuesta atmósfera primigenia del planeta...?
-¿Has oido hablar
de los campos de fuerza y la tensión superficial?- repuso X, con su pedantería
habitual-. Un ejemplo es la membrana celular. Esta es una barrera o frontera "casi"
inexistente entre dos medios, que permite el intercambio de fluidos pero
mantiene la cohesión de la célula. Ocurre algo parecido con la tensión
superficial de los fluídos.
La clave radica en
ese "casi", que genera la suficiente fuerza para mantener las cosas
en su sitio…
- Pero en este
caso estamos hablando de interacción con un virtual vacío. No es posible…
-Ya, pero en esta situación
el efecto se consigue mediante una especie de electromagnetismo que genera la
propia crescentis. Ya te he dicho que
es un gran logro de la ingeniería genética. Además, esto tiene un efecto
posterior muy interesante: cuando se iguala la
presión entre los campos de fuerza de dos plantas cercanas, estos se
funden, como ocurre con las burbujas de jabón que se unen unas a otras. El
proceso se va completando entre unas plantas y otras hasta formar una gran
cúpula de aire que engloba a toda la plantación. Si el proceso tiene éxito
total, y las plantas consiguen propagarse a escala planetaria, al final tendrás
una única y enorme burbuja: la atmósfera.
Una vez conseguido
esto, se podrán ir habilitando zonas de cultivo en que la genesia sea sustituida por otras plantas hasta obtener la necesaria
variedad de especies...
Iba a hablar de
nuevo, pero no se me ocurrían objeciones. Probablemente, X había simplificado
al máximo la explicación para que yo pudiera entenderla. La realidad sería
mucho más compleja, pero las ideas principales estaban ahí: vegetales con
capacidad de regular campos magnéticos, fuerzas de cohesión moleculares
genéticamente programadas, seres autorreplicantes que colonizarían, en
condiciones favorables, un planeta entero. El concepto de la semilla de la vida cobraba ahora un significado mucho más
completo; cósmico, podríamos decir.
X se detuvo ante
lo que parecía la entrada a una caverna, y me indicó con un gesto que íbamos a
entrar. Ahora resultaba que esta raza de supercerebritos galácticos vivía en
cuevas. Otro anacronismo impresentable. Nada más entrar, un tufo mareante llegó
a mi nariz. O sea, que además de feos y antipáticos, olían mal. Estaba casi
preparado para cualquier cosa, pero cuando vi al primero de ellos, la
repugnancia más absoluta me invadió por completo.
Balbuceando como un niño asustado, dije, sin dirigirme a
nadie en particular:
A mí cada vez me cuesta más seguir las explicaciones del marcianito. No tengo yo preparación para esto.
ResponderEliminarY ahora, para colmo, la cueva de las arañas pestosas. Pobrecito el señor terrestre...
Pues sí, sí, la cosa se complica. Y más cosas que van a pasar...
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