Primer lanzamiento del Transbordador Espacial
Una nueva era en los vuelos espaciales comenzó el 12 de
Abril de 1981, cuando la lanzadera espacial Columbia, o STS-1, se elevó a la órbita
terrestre desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida.
El astronauta John Young, un veterano con cuatro misiones a
sus espaldas, incluyendo una excursión lunar en 1972, comandaba la misión. El
piloto de pruebas de la
Marina Bob Crippen era el segundo de a bordo, llegando más
tarde a ser comandante de otras tres misiones del "shuttle" en el
futuro.
El transbordador fue la primera nave espacial reutilizable
construida por el hombre. El orbitador sería lanzado como un cohete y
aterrizaría como un avión. Los dos cohetes de combustible sólido que ayudaban a
impulsar al conjunto hacia el espacio también podían ser reutilizados, una vez
fueran recuperados en el océano. Solo el enorme tanque de combustible externo
se desintegraría al arder en la reentrada atmosférica. La nave en su conjunto
era conocida como Sistema de Transporte
Espacial.
Justo veinte años antes de este histórico lanzamiento, el
12 de Abril de 1961, la era de los vuelos espaciales tripulados dio comienzo
con la hazaña del Cosmonauta ruso Yuri Gagarin, que se convirtió en el primer
ser humano en alcanzar la órbita terrestre en su nave Vostok 1. Aquel vuelo
duró 108 minutos.
Fotografía: Imagen de larga exposición del STS 1, en la
plataforma de lanzamiento A, del Complejo 39, que muestra al vehículo espacial
y las instalaciones de soporte como una nocturna fantasía de luz. Las
estructuras a la izquierda del transbordador son las torres de servicio fija y
rotatoria.
Saber más
El concepto de nave
reutilizable.
Pues sí, como se
dice más arriba, hace poco se cumplieron 32 años del primer lanzamiento del
STS, pero desde los primeros tiempos de la era espacial ya se empezó a barajar
el concepto de nave reutilizable. Aunque en la práctica se optara por el cohete
desechable, por su relativa facilidad de construcción y su nulo mantenimiento,
siempre hubo ingenieros que acariciaron la idea de diseñar y emplear naves
reutilizables, pensando en que de esta manera se abaratarían los costes, y el
acceso al espacio sería más asequible e inmediato.
Primeros diseños.
Desde un principio
se impuso el concepto de avión cohete (rocket plane), es decir, un vehículo que
despegase como un cohete y aterrizase como un avión, siendo más cómoda la
vuelta a casa al no tener que desplegar el consabido dispositivo de la Marina para recuperar las
cápsulas en alta mar. Uno de los primeros diseños pertenecía a la fuerza aérea
norteamericana (USAF) , el conocido proyecto X 20 Dyna Soar. Se trataba de un
pequeño avión que se situaría en la
cúspide de un cohete Titán modificado y que tendría una gran versatilidad para
cubrir un amplio abanico de misiones, aunque, lógicamente dado su origen militar,
las principales serían las de reconocimiento y bombardeo. Debido a su interés
en desarrollar este tipo de naves, la
NASA llegó a un acuerdo con la USAF para desarrollar un
proyecto conjunto. Pronto se vió que el Dyna Soar tendría muchas limitaciones
en cuanto a carga útil y se pensó en
desarrollar una nave más grande. Después de una serie de intentos que no avanzaron más allá de la mesa de diseño, quedó claro que para responder a los requisitos de la USAF, que quería disponer de una gran bodega para carga útil y de una gran autonomía de vuelo para poder aterrizar en las bases estratégicas de la Fuerza Aérea, y de la propia NASA, que pretendía encomnedar todos los futuros lanzamientos de satélites al propio transbordador, el sistema de SSTO (Single Stage To Orbit) o "a la órbita en una sola etapa (una nave única y completamente reutilizable)" era insuficiente. Se empezó a barajar entonces la opción "a la órbita en dos etapas (TSTO)". Para ello eran necesarios o bien dos aviones, colocados uno encima de otro, o bien, un avión adosado a un poderoso cohete. Varios atrevidos diseños intentaron plasmar este concepto. Astrorocket, de la Lockheed-Martin, Starclipper de Lockheed, o el DC-3 de North American Rockwell son solo algunos ejemplos*. El inconveniente era que para una carga útil aceptable, la primera etapa debía ser enorme. Todas estas dificultades, sumadas a los recortes presupuestarios que acuciaron a las agencias americanas a partir de mediados de los setenta hicieron difícil salvar el proyecto.
desarrollar una nave más grande. Después de una serie de intentos que no avanzaron más allá de la mesa de diseño, quedó claro que para responder a los requisitos de la USAF, que quería disponer de una gran bodega para carga útil y de una gran autonomía de vuelo para poder aterrizar en las bases estratégicas de la Fuerza Aérea, y de la propia NASA, que pretendía encomnedar todos los futuros lanzamientos de satélites al propio transbordador, el sistema de SSTO (Single Stage To Orbit) o "a la órbita en una sola etapa (una nave única y completamente reutilizable)" era insuficiente. Se empezó a barajar entonces la opción "a la órbita en dos etapas (TSTO)". Para ello eran necesarios o bien dos aviones, colocados uno encima de otro, o bien, un avión adosado a un poderoso cohete. Varios atrevidos diseños intentaron plasmar este concepto. Astrorocket, de la Lockheed-Martin, Starclipper de Lockheed, o el DC-3 de North American Rockwell son solo algunos ejemplos*. El inconveniente era que para una carga útil aceptable, la primera etapa debía ser enorme. Todas estas dificultades, sumadas a los recortes presupuestarios que acuciaron a las agencias americanas a partir de mediados de los setenta hicieron difícil salvar el proyecto.
Diseño final.
Así se llegó a un compromiso intermedio: Una
nave multimodular y semirreutilizable, como fue el STS que finalmente vio la
luz: Un orbitador, dos cohetes auxiliares recuperables y un gran depósito de
combustible que, una vez agotado, se desecharía.
El STS funcionó durante treinta años, en los que puso
numerosos satélites en órbita, prestó servicio en la construcción,
mantenimiento y provisión de la
ISS; sirvió, antes de la puesta en funcionamiento de aquella,
como una verdadera estación espacial por periodos prolongados en los que
nutridos equipos de astronautas trabajaron y realizaron experimentos y
observaciones en la órbita terrestre. Pero nunca llegó a ser del todo rentable
ni del todo seguro. Tras las tragedias de Challenger (1986) y Columbia (2003),
hubo que rediseñar todo el aparato de seguridad, lo cual volvió a ralentizar y
encarecer el proyecto…
Pero, en cualquier caso, durante unos años y de una forma
quizá un tanto esquemática, pudimos ver hecho realidad uno de los sueños de
aquellos visionarios que nos hicieron partícipes, a través de geniales obras de
arte, de sus ideas para el futuro.
*Un completo estudio sobre la historia del diseño de los transbordadores se puede encontrar en Eureka. Los otros transbordadores espaciales.
Referencias. La
primera parte de este artículo (Primer lanzamiento del Transbordador Espacial) es una traducción, realizada por el
autor de este blog, del artículo “First Shuttle Launch ” aparecido en la “Image of the Day Gallery”
de la página web de la NASA: http://www.nasa.gov/multimedia/imagegallery/iotd.html
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