"...no se diferenciaba gran cosa de algunos de los rincones más vulgares e inhóspitos de la Vieja Tierra." |
-Por supuesto. Aquellos bichos del infierno. Y sus
ceremonias de enfriamiento. En realidad eran unas criaturas encantadoras.
-Y recordarás que
utilizaban unas gemas que en realidad eran contenedores de dióxido de carbono que
en contacto con el aire se sublimaba formando la niebla de hielo seco. Ahora
imagina un contenedor similar, en forma de pequeño diamante, pero con un filtro
que libera su carga de CO2 muy poco a poco, de manera que aporta a
la planta que esta a su lado la cantidad suficiente de dicho gas en una
atmósfera enrarecida cuyo nivel del mismo escasee o no sea suficiente.
-Pero, ¿qué me
dices de una planta...?
-¿Has observado
bien tu "moneda..."?
Con mirada
circunspecta tanteé la moneda en mi bolsillo, la extraje, y me quedé
contemplándola en la palma de mi mano.
-Esa moneda solo
lo es en el sentido de que ha servido como pago a tu trabajo. En realidad es
una cápsula de iniciación de procesos vitales, es decir, una pequeña masa
compacta de tierra y nutrientes con una semilla de Genesia crescentis. Cuando se deposita en tierra, interactúa con el
suelo circundante, provocando reacciones químicas que facilitan la formación de
los compuestos minerales que necesita la planta. Pero incluso aunque el suelo
fuera muy árido podría mantener a la planta durante un largo periodo de
tiempo...Esta, como su nombre indica es una planta de crecimiento rápido. En
realidad se trata de uno de los mayores logros de la ingeniería genética de la Federación: una sola
planta puede reproducirse y colonizar varias hectáreas de terreno en solo unos
meses. Es muy práctica para iniciar la formación de atmósferas en planetas
áridos.
- De modo que
vamos a ser agricultores...
-Así es, pero
antes de irnos a Gaubur, haremos otra visita al viejo. Necesitaremos más agua.
Me imaginé
viajando por el espacio cargado con un par de cántaros de agua. A veces estas
cosas tan avanzadas de las civilizaciones galácticas se mezclaban con anacronismos
impensables como el hecho de viajar a pie o trabajar en condiciones
artesanales...pero, en fin, parece que a ellos les gusta así.
Tuvimos que
desandar prácticamente todo el camino. Así, volvimos a pasar por los terrenos
de las plantaciones, y por el paisaje desértico que habíamos recorrido al
arribar al planeta. Unas cuantas horas de marcha más tarde, volvimos a
vislumbrar en lontananza la contrahecha cabaña del viejo.
Cuando llegamos,
repetimos el mismo ritual. Nos sentamos en silencio en aquellos taburetes de
piedra, mientras el anciano "despertaba" de su meditación. Cuando lo
hizo, y tras mirarnos apreciativamente, se puso en pie y se dirigió al interior
de su vivienda, para reaparecer al cabo de unos minutos con los consabidos
cuencos de madera.
Bebimos en
silencio, como era costumbre, y en seguida una indescriptible sensación de
frescura y bienestar me invadió totalmente. Ya había olvidado las propiedades
del aquel agua milagrosa. Una serie
de imágenes desfilaron por mi mente como ocurriera la vez anterior, y mi cuerpo
parecía cobrar un nuevo vigor a cada sorbo. Desapareció todo dolor y molestia y
cada fibra, cada tejido, cada órgano, pareció renovarse cual si un cuerpo nuevo se estuviera
formando dentro del antiguo.
Esta vez no hubo
despedida ni ceremonias. Cuando terminamos de beber, me di cuenta de que el
viejo había vuelto a su trance y se había desentendido de nosotros. X ya se
había puesto en pie y reiniciaba la marcha.
Caminé tras él
mirando a mi alrededor, como intentando fijar en mi retina todos los detalles
posibles de aquel mundo que quizá no volviera a ver. Era un poco decepcionante
el pensar que aquel planeta, fruto de la labor de un compendio de tecnologías
avanzadas, no se diferenciaba gran cosa de algunos de los rincones más vulgares
e inhóspitos de la Vieja
Tierra. Pensé que quizá no sabíamos valorar lo que teníamos
en nuestro mundo y que, quizá, nuestro más humilde y mísero desierto pudiera
ser un lujo para cualquiera de las civilizaciones que vivían en condiciones
extremas a lo largo del desabrido
cosmos. Un poco más adelante, X se detuvo y, tomando su dispositivo, esperó a
que me situara a su lado para activarlo. Nos marchábamos de aquel planeta,
quizá para siempre...
X activó el cacharrito y nos pusimos en marcha hacia la
negrura del infinito. Como desde la lejanía, oí la voz de X que me decía:
-Por cierto, también necesitarás uno de estos...
continuará
Foto: Juann
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EliminarMe ha encantado la imagen del viaje galáctico con los cántaros de agua :-D
ResponderEliminarY me he quedado superintrigada con el final. ¿Qué será lo que también necesitará el viajero? y sobre todo, ¿no se lo podía haber dicho antes, el marcianito dichoso?
Al final no fue necesario lo de los cántaros, pero sí llevan suficiente agua. Lo que nacesitará pensé que era evidente, pero al releerlo me doy cuenta de que no queda muy claro, como tú bien dices. No obstante, pronto quedará claro. Aunque pensé que el relato estaba llegando al desenlace final, me he dado cuenta de que todavía les quedan unas cuantas aventuras a estos dos. Así que aún queda Intro para rato. Thank you
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