sábado, 9 de febrero de 2013

El beso del Príncipe (III parte)



   
 
  Después de un par de horas de trabajo con el equipo de herramientas de que iba provisto el brazo extensible del Harrier, Prince consiguió abrir una notable brecha en la helada pared que le separaba de su objetivo. Pudo observar entonces un especie de  oscura oquedad más o menos ovalada y de la altura aproximada de una persona, bordeada de minúsculas lucecillas, algunas de las cuales parpadeaban rítmicamente como ya antes vislumbrara a través del hielo. Terminó de despejar el paso con sus herramientas de mano y se acercó al umbral. La puerta parecía estar constituida por una materia impenetrable a simple vista y, por tanto, buscó a su alrededor algún tipo de resorte o mecanismo de apertura. Al no encontrarlo, extendió su enguantada mano directamente al centro de la "puerta", para comprobar su textura. En el momento del contacto, todas las luces comenzaron a parpadear simultáneamente. Prince pensó que, de no ser por la ausencia de aire que transmitiera los sonidos, podría haberse oído el ulular de una sirena de alarma. Para su sorpresa, sin embargo, comprobó que su mano podía atravesar sin dificultad aquel oscuro pórtico. Al extraer su mano, la comtempló recubierta de una especie de sustancia plástica que se degradaba y evaporaba con rapidez. Probablemente se trataba de una protección biológica para mantener la asepsia del lugar.


  Acto seguido, se aventuró al interior, con la sensación de estar atravesando una fina película de gelatina.Una vez al otro lado, observó en la penumbra como la brillante materia que lo había recubierto desaparecia en pocos segundos sin dejar rastro. También, seguramente- pensó Prince-, cualquier residuo orgánico o inorgánico que pudiese haber sobre su traje.

   Miró a su alrededor al tiempo que, con una serie de eléctricos fogonazos, desaparecían las tinieblas.Vio que se hallaba en una especie de amplio pasillo de paredes de aspecto metálico, ahora fuertemente iluminado.

   - Control, TM 02:53:16. Estoy dentro.

  Caminó indeciso a lo largo del pasillo, hasta llegar a la siguiente puerta. No comprendió, al principio, la finalidad de aquel corredor o túnel. No era una verdadera  esclusa de aire, pues los instrumentos de su traje no detectaban sino la presencia de una atmósfera residual. La verdadera entrada debía estar más adelante. ¿Entonces...? Una idea acudió a su mente: aquello era un área de evaluación. Probablemente, ocultos instrumentos estaban observándole con todo detalle, para decidir si se le permitía el paso. Recordó las viejas películas de arqueólogos y profanadores de tumbas que se internaban en ancestrales ruinas, llenas de trampas y laberintos diseñados para desalentar a todo aquel que pretendiera hacerse con sus ocultos tesoros. Un escalofrío recorrió su espalda al imaginar que, al siguiente paso, un mortífero rayo surgido de no se sabe dónde le fulminaría en un instante... o que cuando quisiera salir de allí descubriera que la dichosa puerta gelatinosa solo se abría en un sentido, quedando atrapado como un torpe insecto en aquellos túneles para morir noventa horas después cuando su soporte vital se agotara.

  Pero su férreo entrenamiento de viajero espacial acudió al rescate y le hizo olvidar todos aquellos siniestros pensamientos, obligándole a concentrarse en los objetivos de su misión.

 Cuando alcanzó el final del pasillo, contento por haber superado la prueba, ya que no sufrió ningún percance, se encontró ante una puerta de aspecto vulgar,  de apariencia metálica y que parecía abrirse como una corredera, ocultándose en la pared. Para completar su familiar aspecto, había un botón de plástico en el marco de la puerta, en uno de los laterales, al alcance de la mano. Mecánicamente, Prince, lo pulsó y, con toda naturalidad, la puerta se abrió…Prince se sintió un poco decepcionado. Un chimpancé podría haber llegado hasta allí. 

continuará


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2 comentarios:

  1. Este Prince se decepciona cuando las cosas resultan fáciles. Pero me imagino que después se verá en algún que otro aprieto, que es lo que está buscando, para lucirse.
    Aunque para mí, lo de atravesar esa capa gelatinosa ya me parece reto más que suficiente, jeje.
    Veremos a ver qué le depara la próxima entrega...

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    1. Como ya dije en algún momento, la originalidad de este relato moría a los pocos párrafos de empezar. Así que, cualquier lector avezado se dará cuenta de que tanto el desarrollo como el desenlace son bastante previsibles. El reto -para mí- es conseguir sorprender al final. No espero conseguirlo, pero, en el intento, se va desarrollando la historia. Gracias por el seguimiento. B-)

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