Clavius
En "2001, odisea en el espacio", el autor sitúa uno de los primeros asentamientos creados por el hombre en la luna en el gran cráter Clavius. Nombrado en honor del matemático renacentista Christopher Klau -por latinización del apellido- este cráter, de unos 230 kilómetros de diametro y contorno irregular, se encuentra relativamente cerca del polo sur selenita -en los 60 grados de latitud sur-, lo que supone una ubicación muy ventajosa para una base lunar. Más adelante explicaremos por qué. Las paredes del cráter tienen un altura de 3500 metros sobre el fondo del mismo, pero aquellas no son visibles desde su centro ya que, debido a la gran extensión del cráter, la propia curvatura de la luna las oculta tras el cercano horizonte. Dentro del crater Clavius hay multitud de otros cráteres más pequeños producidos por impactos meteoríticos posteriores. Los más vistosos son Rutherfurd y Porter, situados en los bordes, y una cadena de cinco cráteres de tamaño decreciente que forman un arco, denominados respectivamente Clavius D, C, N, J y JA.
Imagen de Google Earth mostrando el diámetro aproximado de Clavius |
Imagen aproximada de como se vería la Tierra desde el polo sur lunar, con el Norte abajo y el Sur arriba |
Las anomalías de la Luna.
Clarke basa su relato en la existencia de un monolito dejado por una
supuesta expedición extraterrestre en el subsuelo lunar, de manera que cuando
fuera descubierto enviara una señal a sus creadores avisando del progreso
alcanzado por los humanos. Para dar mayor dramatismo a la narración, el autor
sitúa el momento del hallazgo en plena noche selenita, y hace coincidir la
visita del Dr. H. Floyd a la excavación con el momento del amanecer
lunar. Cuando el monolito recibe los primeros rayos de sol, se activa su sistema
de aviso o alarma produciendo una emisión electromagnética muy potente que, como
se descubre posteriormente, se dirige a los alrededores de Júpiter (Saturno en
la versión novelada). En este punto hay que recordar lo explicado anteriormente
sobre la duración del día y la noche en nuestro satélite. Ello explica que,
durante muchos días desde su descubrimiento, los exploradores situados en la Luna creyeran que el monolito
era un objeto inerte, pues no se activaría, como queda dicho, hasta recibir la
luz solar, señal inequívoca de que había sido desenterrado.
¿Pero cómo fue detectada la presencia del monolito en el subsuelo?
Porque tenía un fuerte campo magnético a su alrededor. De ahí la apresurada
denominación que se le adjudicó: Anomalía Magnética de Tycho 1 (TMA-1: Tycho
Magnetic Anomaly One).
Preciosa imagen de los picos centrales de Tycho, tomada por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter |
Las anomalías magnéticas y
gravitacionales son relativamente frecuentes en la Luna (también en la Tierra). En 1967, cuando
las sondas Lunar Orbiter de la
Nasa realizaban sus misiones de reconocimiento desde la
órbita lunar para buscar lugares idóneos para los alunizajes del proyecto Apolo,
se detectaron "altibajos", pequeñas alteraciones en la trayectoria
orbital de estos aparatos. Se llegó a la conclusión de que esto era debido a que
en algunos lugares de la Luna
la fuerza de gravedad era algo mayor que en el resto y ello se debía a
concentraciones de masa en esos puntos con una densidad superior a la media del
astro. A estas concentraciones se les llamó Mascons (Massive Concentrations) y pueden estar
motivadas por la caída de meteoritos que suman su masa a la ya existente en el
lugar del impacto y a la sedimentación de "nubes de
manto"(afloraciones de magma a través de la fractura provocada en la roca
de la corteza).
También como consecuencia, en muchos casos, de impactos de meteoritos
(de naturaleza ferrosa) se producen las anomalías magnéticas. La luna no tiene
un campo magnético como el de la
Tierra. No nos serviría de nada una brújula en la superficie
lunar. Ello es debido a la inexistencia de un núcleo metálico como el de la Tierra, pero sí hay rocas
magnéticas en algunos puntos del subsuelo. Estas alteraciones magnéticas
podrían ser mayores en el lugar de un hipotético impacto de un meteorito con
gran cantidad de hierro en su composición.
Sonda de la serie Lunar Orbiter |
Pero los constructores del monolito no podían arriesgarse a que su
dispositivo, tras aguardar cuatro millones de años enterrado en la Luna, pasara desapercibido
como una anomalía magnética producida por un vulgar meteorito, así que dotaron
a aquel de un fortísimo campo magnético que provocara la curiosidad de los
investigadores humanos.
……
Informe sobre TMA-1. Condensado.
Durante unos trabajos de
prospección rutinarios, se detectó en la zona del Crater Tycho un fuerte campo
magnético. En un primer momento se pensó en un yacimiento de minerales
ferrosos, probablemente como consecuencia de algún antiguo impacto meteórico.
Pero ulteriores estudios determinaron que el campo era mucho más potente que
cualquier anomalía magnética descubierta hasta la fecha. Se decidió enviar un
equipo ligero de excavación. A siete metros de profundidad el taladro de la
perforadora se detuvo ante algo impenetrable. Los integrantes del equipo excavaron
alrededor del punto taladrado pero en vista de lo vano de sus esfuerzos
decidieron regresar a Base Clavius.
Seguidamente se envió al lugar
un equipo pesado de excavación. Este dejó al descubierto un objeto rectangular,
de aristas perfectas, de unos cuatro metros de altura y de color negro, al que se denominó, de forma provisional TMA-1 (Tycho Magnetic Anomaly 1).
Obviamente, se trata de un objeto artificial. Desde su descubrimiento, el
objeto había permanecido inerte e impenetrable a cualquier intento de sondeo o
análisis. Según las estimaciones de los geólogos a cargo de la investigación,
su antigüedad podría ser de entre tres y cuatro millones de años. No había
indicio alguno de su origen, composición ni finalidad. Pero, de ser cierta la
datación, estaríamos ante la primera evidencia de una tecnología, y, por tanto,
una inteligencia, de origen extraterrestre. Durante la visita de inspección
realizada con motivo de la elaboración de este informe y coincidiendo con el
alba lunar, el objeto TMA-1 se activó al recibir los primeros rayos de sol,
emitiendo un ensordecedor alarido electrónico que, posteriormente, se definió
como una emisión de radiación dirigida hacia algún punto de los alrededores de
Júpiter.
Recomendación: Modificar el perfil de la Misión Júpiter 1, actualmente
en fase de preparación, para investigar el posible destino de dicha emisión,
reunir toda la información relevante acerca del fenómeno y, eventualmente,
entrar en contacto con los creadores del objeto TMA-1.
Dr. Heywood R. Floyd. Presidente
Consejo Nacional de Astronáutica.
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