El pequeño módulo respondía suavemente a los mandos que
Prince empuñaba. Con breves chorros de sus minúsculos cohetes, se fue alejando
de la influencia de la nave principal para dejarse caer en los casi
imperceptibles tentáculos de la gravedad del pequeño astro que se hallaba bajo
él. A unos mil metros de altitud sobre la superficie, el efecto caída, el tirón
gravitacional, comenzaba a hacerse notorio y, por ello, los retrocohetes de
frenado funcionaron automáticamente por primera vez. En ese momento, el detector
de la radiobaliza que le había conducido hasta allí, empezó a palpitar con
fuerza mientras una luz roja destellaba en el reducido tablero de mandos. Estaba
llegando a su destino.
- Control, TM
15.05. Ya lo veo. Es como un montículo o promontorio, pero con una marcada
forma de cúpula. No creo que sea una formación natural, pero está cubierto por
una capa de hielo, como toda la superficie del satélite.
Las comunicaciones
con la Tierra
no podían hacerse en tiempo real, ya que, dada la distancia, cualquier mensaje
tardaría aproximadamente una hora y media en llegar a la Tierra, de modo que Prince
no recibiría respuesta hasta tres horas más tarde. Por ello, sus mensajes se
limitaban a una mera descripción del desarrollo de la misión, indicando el tiempo
transcurrido de la misma en cada momento.
Con suavidad y
lentitud condujo su pequeño vehículo hasta las proximidades de su objetivo, el cual
sobrevoló durante unos minutos para realizar un somero reconocimiento. No
consiguió vislumbrar ningún indicio de entrada o puerta, pero vio unas grietas
en una de las paredes de la irregular cúpula. Decidió descender frente a ese
lugar.
-Control, TM 21.10. Me dispongo a descender frente al objetivo. Son visibles unas grietas en
una zona de la pared de la cúpula. El escáner indica posibles líneas de
fractura en el hielo seguramente debidas a microescapes de presión. Ello
indicaría la presencia de algo parecido a una esclusa de aire, con lo que cabe la posibilidad de que ahí se encuentre el acceso a la cúpula. Descenso en tres, dos,
uno...OK. Aquí base Tranquilidad II. El Harrier ha descendido.
Con una leve
sacudida, el pequeño módulo de descenso se posó en el helado suelo de Rea.
Debido a las inesperadas circunstancias que se habían presentado, Rea se
convertía en el segundo cuerpo celeste, tras la Luna, que era visitado por el hombre. La conquista de
Marte, claro candidato a ser el segundo
paso de la humanidad en su periplo cósmico, no estaba prevista sino para la
tercera década del presente siglo. Los diseñadores de la misión no habían podido
sustraerse a la tentación de equiparar este nuevo e inesperado
logro a la epopeya lunar, y habían previsto varias alusiones a esta en algunos momentos clave de
la misión.
Una vez realizadas
todas las comprobaciones rutinarias acerca del estado del vehículo, Prince se
dispuso a salir al exterior. El Harrier se abría frontalmente y no tenía más
que deslizarse de su asiento con un pequeño impulso hacia delante. En la baja
gravedad de Rea los saltos e impulsos debían ser muy comedidos, pues cualquier
exceso podía llevarle a uno más lejos de lo deseado. Se aproximó con precaución a la
pared del domo y caminó durante unos metros, observando la rugosa superficie helada
desprovista de rasgos distintivos. Volvió al punto inicial para estudiar las
grietas con más detenimiento y entonces observó algo sorprendente, aunque no
del todo inesperado: unos leves destellos parapadeaban rítmicamente tras la
gruesa capa de hielo.
Parece una película, con su cliffhanger otra vez y todo...
ResponderEliminarLa única idea original que contiene este relato (y es la que me impulsó a escribirlo) es el hecho de, con la tecnología actual de vuelos espaciales-excepción hecha del asunto de la hibernación-, poder enviar a una persona al sistema de Saturno. ¿Y para qué? Ah! porque hay una llamada... y ahí empieza todo lo no original del cuento. Espero que te esté gustando. Gracias.
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