domingo, 4 de noviembre de 2012

Tres formas de desviar un asteroide indeseado



  Hace unos meses pasó cerca de aquí un asteroide llamado Eros, que, por cierto, parece ser que nos visita asiduamente desde hace bastante tiempo. Su anterior visita data de 1975  y ya no volverá hasta 2056.
   No es que haya pasado "demasiado" cerca , concretamente a unos 27 millones de kilómetros, lo cual no parece preocupante, pero algunos agoreros y catastrofistas se ponen nerviosos porque están convencidos de que el fin de nuestro mundo será provocado por una colisión cósmica y piensan que Eros es un buen candidato para actuar como bola blanca en una eventual partida de billar astronómico.
  Eros mide 34 km de punta a punta (eje mayor; no se puede hablar de diámetro pues su forma es irregular) y pertenece a la familia Amor, que es uno de los grupos de asteroides NEA (Near Earth Asteroids). Fue observado y "golpeado" por la sonda NEAR Shoemaker en 2001. Esta sonda tenía como misión realizar observaciones y fotografías durante su acercamiento a Eros hasta finalmente aterrizar en su superficie -o más bien chocar contra ella, ya que no llevaba dispositivos para un landing suave-.  
  
Eros
  En realidad, no todos los asteroides pertenecen al famoso cinturón que se encuentra entre los dominios de Marte Y Júpiter. Hay varios grupos de asteroides que se hallan cerca o dentro de la órbita de la Tierra, de los cuales, muchos la intersectan. Estos grupos son:
  - El ya mencionado Amor. Se encuentra entre las órbitas de Marte y la Tierra, aunque raramente alcanzan esta última. A este grupo pertenecen, entre otros muchos, Amor, el ya citado Eros y 2011QW37(Cúpido) que pasó a 100 millones de km de la Tierra el 25 de Septiembre del año pasado.
  -Asteroides Apolo. Todos los asteroides de este grupo cruzan la órbita de la Tierra. Se estima que hay al menos 2000 que alcanzan el kilómetro de longitud y millones de menor tamaño. Pertenecen a este grupo Sísifo -de 10 km de largo-, Hermes e Ícaro. Hermes, de un par de km de diámetro (este sí es más o menos esférico), se ha acercado a la Tierra en diversas ocasiones. El mayor acercamiento se produjo en 1937 -a 450.000 km- cuando fue descubierto por el astrónomo alemán Karl Reinmuth.
  -Los asteroides del grupo Atón orbitan el sol a una distancia menor que la Tierra, pero dado que sus órbitas son muy excéntricas, casi todos se "asoman" a la trayectoria orbital de nuestro planeta. Algunos asteroides de este grupo son Atón, Hathor, Keops... 
  Efectivamente, aunque desde siempre se ha considerado a nuestro satélite el único acompañante natural de la Tierra en su travesía por el espacio, quedando a mucha distancia el resto de compañeros planetarios (Marte y Venus), vemos que hay una serie de objetos que se encuentran más cerca de lo que creemos, aunque, eso sí, son tan pequeños que hemos tardado en percartarnos de su presencia. Además de esos grupos de asteroides, la Tierra posee otros 6 "compañeros" de viaje: 5 cuasi-satélites, de los cuales 2 se consideran, además, asteroides coorbitantes, y un satélite troyano.

  Los cuasi-satélites tienen un órbita muy excéntrica alredededor del sol, en resonancia con la del planeta (tardan lo mismo en recorrerla) y durante parte de aquella se acercan al planeta de manera que parecen girar alrededor de él, al menos durante un segmento de la misma. Los cuasi satélites de la Tierra son:  3753 Cruithne, 2002 AA29, 2003 YN107, 2004 GU9 y 2010 SO16. Aunque sus órbitas son bastantes estables, y se mantendrán durante miles de años, las mutuas perturbaciones gravitacionales provocarán, a la larga, modificaciones en aquellas.

  Asteroides coorbitantes: son asteroides capturados por la gravedad del planeta Tierra, que quedan temporalmente satelizados. A la larga escaparán del tirón gravitacional terrestre puesto que la gravedad del sol es más poderosa. 2003 YN 107  orbita la Tierra desde 1999 y el 10 de junio de 2006 fue su , hasta ahora, máximo acercamiento (3,4 millones de kilómetros). En realidad este cuerpo no es más que una roca de unos 30 metros de diámetro. 2004 GU9 tiene unos 200 metros de diámetro y orbita la Tierra desde hace unos 500 años. Ambos han sido ya mencionados como cuasi-satélites.

  El asteroide troyano o satélite troyano 2010 TK 7, es quizá el más interesante de estos objetos. Situado en el punto de Lagrange L4, del sistema Sol Tierra, orbita alrededor de dicho punto mientras recorre su camino alrededor del sol, precediendo a la Tierra en su propia órbita. Tiene unos 300 metros de diámetro y esta a una distancia aproximada de 80 millones de km de la Tierra, aunque se calcula que pueda llegar a acercarse a "tan solo" 20 millones de km.

  En general, el Sistema de vigilancia LINEAR (LIncoln Near Earth Asteroid Research) ya ha descubierto, desde que entrara en funcionamiento hace unos quince años, más de 200.000 objetos, asteroides en su mayoría, y algunos cometas. Al menos  2000 de esos asteroides se encuentran en las cercanías de la Tierra, siendo algunos de ellos potencialmente peligrosos.
  Como nota curiosa, conviene recordar que ya en los años 70 del pasado siglo, Arthur C. Clarke vaticinó en su novela "Cita con Rama", la existencia de un servicio de vigilancia espacial para prevenir las colisiones de asteroides contra la Tierra.

  Todo esto hace pensar que, lejos de la aparente quietud y soledad en que nuestro planeta y su inseparable compañera recorren su camino alrededor del Sol, en realidad la Tierra atraviesa un fenomenal avispero, en el que solo la ley de probabilidades la salva de sufrir alguna que otra "picadura" grave.
  Pero, como al parecer, en la historia del planeta, ya han tenido lugar algunos de estos eventos,  los científicos (y seguramente, los militares) se han planteado la posibilidad -por ahora teórica- de hacer algo al respecto y estar preparados para reaccionar ante este tipo de  situaciones. Más allá de ficciones vistas en el cine (Deep Impact o Armageddon son las más famosas, pero hay otras como Meteoro [Meteor, 1979]) en las que se dispara directamente contra dichos objetos, o bien se rellenan de explosivo para hacerlos saltar en pedazos, en la realidad se ve más factible - y en esa dirección van encaminados los esfuerzos- intentar  desviar al travieso meteoroide de su rumbo de colisión con nuestro querido hogar planetario. Para ello, se han diseñado varios métodos que a continuación pasamos a explicar:
Fotograma de Armageddon (Michel Bay, 1998)

  El más directo sería estrellar una nave o sonda espacial contra la superficie del objeto, de manera que el "empujón" provocado por la energía cinética del artefacto desviara significativamente la trayectoria de aquel, apartándolo de nuestro planeta. La dificultad de dicho método estriba en "acertar" a ese relativamente pequeño objeto y hacerlo en el ángulo correcto para provocar la desviación deseada.

  Otro sistema sería el de la perturbación gravitatoria que una nave de suficiente tamaño podría provocar en el objeto satelizándose a su alrededor. Este sistema es más lento pero más seguro, aunque habría que prever el posible riesgo con mucha antelación.

  Ya puestos, y si hay tiempo suficiente, se podrían instalar directamente motores cohete en la superficie del asteroide y gobernar su impulso como si de una gigantesca nave espacial se tratara. Con ello se podrían realizar maniobras y mover el asteroide al antojo de los astronautas que lo pilotaran. Esta idea, evidentemente, pertenece al ámbito de la ciencia ficción y ha sido expuesta en diversas novelas, pero no se contempla, aún, como una posibilidad real.
Sonda  NEAR Shoemaker

  Y, por último, la más novedosa: ideada por un grupo de ingenieros de la Universidad de Strathclyde en Glasgow, Escocia, Reino Unido, esta técnica consiste en enviar una flota de pequeñas naves automáticas (tipo "Shoemaker") dotadas con un cañón láser, que se alimentaría de la energía proporcionada por los paneles solares. Volando en formación, alcanzarían el asteroide, y situándose en su órbita, le dispararían coordinadamente hasta conseguir un cambio de trayectoria. La flota de naves podría ser mayor o menor en función del tamaño del asteroide.

  Y una vez realizado su trabajo, observarían orgullosamente como el escaldado meteoroide huía de las proximidades de nuestro querido planeta azul, que, salvado de la cósmica amenaza, permanecería intacto, por lo menos,  hasta la aparición de otro visitante inesperado.





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10 comentarios:

  1. Me ha encantado lo de "asteroide coorbitante", y me alegra saber que hay varios métodos para desviar un meteorito o desmoronarlo en su caso, porque llegado el momento, si Bruce Willis no estuviera disponible, ¿qué iba a ser de nosotros? ;-)
    Una entrada muy interesante y sorprendentemente amena, as usual.

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  2. A mí me ha gustado lo de "sorprendentemente amena". Y me alegra porque, después de terminar la entrada pensé que me había quedado un tocho intragable. (Al principio quería hacer algo más ligerito, pero la cosa se fue complicando). En fin, si conseguimos tratar la astronomía y todo eso de forma amena, es que no lo estamos haciendo mal del todo. Y gracias a lectores que, como tú, muestran interés y buena disposición. Como siempre, gracias...

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  3. ...una solución posible... AUMENTAR SU VELOCIDAD, darle un empujón, HACIA UN LADO SI QUEDA POCO TIEMPO, ¿a que velocidad le daremos impulso hacia un lado para desviarlo?...velocidad=espacio/tiempo...así que si queremos que pase "rozando" a 1,000 kms de la Tierra=1 millón de mts, y tenemos por ejemplo aprox. 11 días=1 millón de segundos, la velocidad de corrección será de: 6,000 kms radio Terrestre + 1,000 kms=7,000 kms; 7 millones de mts/1 millón de segundos=7 mts/segundo (25 kms/hora). Aunque un impulso lateral es sólo para ahora, es decir que volverá lentamente en el futuro a caer a la misma órbita que tenía y nos lo volveremos a encontrar. Las órbitas tienen el radio que tienen por la velocidad que llevan y su masa, por eso la Tierra tiene su órbita, Neptuno la suya, etc. Si la velocidad aumenta sube a una órbita más alta, ya estable, y viceversa.

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  4. ...una solución posible(2)...darle impulso: un hueco en su superficie (excavado por astronautas, o por el impacto sucesivo de varias cargas nucleares en el mismo sitio), con una carga nuclear dentro. El material superficial del asteroide, volatilizado por la radiación nuclear gamma, etc. (en el Espacio, al no haber aire, no hay onda expansiva) sale eyectado como en la tobera de un cohete (también podemos impulsar un asteroide pequeño para hacerlo chocar contra otro asteroide o cometa mucho más grande). Los misiles balísticos de la guerra no sirven, están diseñados para llegar de continente a continente. Sólo vale un cohete que pueda poner en órbita interplanetaria la carga, como los multi-fase que colocan en órbita geoestacionaria los satélites (es necesario tenerlos preparados ya en un Comando Espacial, con las cargas nucleares controladas por un Organismo Internacional, sólo para ello)...("El Asteroide del Fin del Mundo": W. Cox y H. Chestek).

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    1. Gracias, tonyon, por tus ilustrativos comentarios. Añaden información relevante y precisa al tema de la entrada. Muchas gracias de nuevo y bienvenido.

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  6. Gracias, tonyon, por tus siempre "nutritivos" comentarios. Efectivamente, el futuro tecnológico nos espera ahí delante con soluciones y, quizá, nuevos problemas. Pero para avanzar estaremos, como siempre, supeditados a la obtención del beneplácito por parte de las fuerzas que gobiernan el Universo. Mientras tanto, ya se sabe, a disfrutar de la vida y seguir aprendiendo...Saludos.

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