martes, 18 de septiembre de 2012

'Forbidden Planet' and 'The Tempest'


El Planeta Prohibido y la Tempestad

 "Planeta Prohibido" (Forbidden Planet) es un interesante y correcto film del año 1956 con el que, además de entretener al público, se pretendía participar en el proceso de dignificación del género de la ciencia ficción, intento en el que también colaboraron otras memorables cintas de la misma década como "Con destino a la Luna" (Destination Moon, 1950), "Ultimátum a la Tierra" (The day the Earth stood still, 1951)  o "Regreso a la Tierra" (This island Earth, 1955), si bien este proceso no culminaría hasta la siguiente década, con la obra maestra de todos los tiempos "2001, Odisea del espacio" (2001, A Space Odyssey).



  Para dotar al guión de cierto lustre literario, se  busco inspiración en la obra de uno de los grandes maestros de la Literatura Universal. Así, los guionistas( Cyril Hume, Allen Adler e Irving Block ) tomaron como modelo  "La Tempestad", de William Shakespeare. Esta obra reunía varios elementos muy apetitosos para una historia de fantasía y ciencia ficción, como los viajes por mar y el arribo a una isla desierta, fácilmente extrapolables a un viaje espacial y la llegada a un planeta lejano; el uso de la magia como elemento dominador de voluntades y circunstancias, papel que en el film es representado por la avanzada tecnología de una extinta civilización y, como no, la lucha del hombre contra sus demonios, que en el drama de Shakespeare culmina en un final bondadoso en el que hacen su aparición el perdón, el amor y la restitución del honor, pero que en el film, dado el cariz épico que va desarrollando la narración, acaba en tragedia, con la inmolación del protagonista como solución para exorcizar esas fuerzas ocultas que surgieron de una caja de pandora que, según la moraleja típica de la época, nunca debió abrirse.

  En "La Tempestad", un hombre traicionado, Próspero, legítimo Duque de Milán, se halla desterrado en una isla desierta junto con su hija Miranda.



  Con la ayuda de los ejércitos de Alonso, rey de Nápoles, a quien promete vasallaje, Antonio, hermano traidor, despoja de su ducado a un Próspero más interesado en el estudio de las ciencias ocultas y las artes mágicas que en sus obligaciones políticas. Encerrado en su magnífica biblioteca, no se percataba de la conjura que se cernía sobre él. Apresados y más tarde abandonados a su suerte en un precario bote, Próspero y su pequeña hija Miranda hubieran perecido en alta mar de no ser por la ayuda de Gonzalo, viejo consejero en el que aún quedaba el rescoldo de una antigua lealtad. Este les facilitó un viejo barco, algunos víveres y unos pocos libros rescatados de la biblioteca del depuesto Dux. En aquel cascarón consiguieron recalar en una isla deshabitada donde se establecieron y vivieron apartados del mundo hasta el momento en que, habiéndose convertido Miranda en una hermosa joven, Próspero empezó a ejecutar la venganza urdida durante sus años de aislamiento.

  Aprovechando que su hermano y el Rey de Nápoles, sus grandes enemigos, volvían de Túnez, después de haber asistido a la boda de la hija de Alonso con el rey del país africano, Próspero, haciendo uso de sus artes mágicas y ayudado por una especie de genio o duende llamado Ariel, al que consiguió poner a su servicio tras liberarlo de su encierro en un tronco de árbol, desató una gran tempestad, que hizo zozobrar el barco y aproximarlo a la isla, a cuyas playas arrastraron las olas a los náufragos. En el barco, además de Antonio y Alonso, se encontraban Fernando, el hijo de este; Gonzalo, el mencionado consejero y otros nobles y personajes menores. El sortilegio producido por Próspero y ejecutado por Ariel, hace que, sin daño para nadie, sean arrojados a la playa todos los personajes mencionados, excepto Fernando, al que creen muerto, pero cuyo destino es muy distinto, ya que, tras llegar ileso a otro punto de la playa, es llevado  a la presencia de Próspero y Miranda, quedando al punto enamorado de la joven, sentimiento correspondido por esta, la cual,  sin haber conocido a otro hombre que su viejo padre, queda prendada por los encantos del joven caballero.
  Mientras tanto, en el barco, capitán y tripulación, quedan sumidos en un beatífico sueño que les mantiene adecuadamente al margen de la acción principal.
  Se comprende en este punto que la venganza urdida por Próspero consistirá en casar a su hija con el heredero de Nápoles y sus posesiones, una vez  humillados y cautivos o muertos los traidores que despojaron a aquel de su feudo. No obstante, al final, ante la alegría de Alonso por recuperar al hijo que creía muerto y tras revelarse las distintas intrigas que entre ellos tramaban los personajes para obtener ventaja de la situación, y asombrados por el poder de la magia de Próspero, todos se rinden ante él y le prometen la restitución de su anterior status. Al final, Próspero renuncia a la magia, una vez resuelto convenientemente el conflicto, sin haber tenido que llevar su venganza hasta las últimas consecuencias.


  En el film que nos ocupa, donde el viejo  Mediterráneo se transfigura en un vasto piélago galáctico y sus islas en desolados planetas cuyas gloriosas civilizaciones ya solo son un recuerdo, se retoman algunas de las líneas de la obra shakesperiana.
 Edward Morbius y su hija Altaira viven aislados en un lejano planeta. Él es un exolingüista que pertenecía, junto con su esposa, a la tripulación científica de la nave  Bellerophon, llegada veinte años atrás al planeta (Altair IV) con objeto de estudiarlo. Misteriosamente, los integrantes de la expedición fueron muriendo uno tras otro e, incluso la nave espacial que les llevó allí, fue destruída, quedando como únicos  supervivientes el viejo científico y su hija. Como se explica más adelante, una oculta fuerza hostil habita en el planeta. Ella es la causante de la extinción de la antigua civilización que lo poblaba, así como del exterminio de la tripulación del Bellerophon. Los únicos que parecen inmunes a su influjo son Morbius y su hija.
  Al inicio de la acción, un crucero militar de Planetas Unidos se acerca a Altair IV. En este caso, no empujados por tormenta o tempestad alguna, ni atraídos por Morbius/Próspero, ya que este, antes al contrario, emite un mensaje de advertencia indicando a la nave que no se acerque, dando a entender la existencia de un grave peligro en el planeta. La dotación de la nave y a su mando, el Comandante Adams -que desempeñará el rol del apuesto Fernando- aun contrariados por el áspero mensaje, se congratulan de que haya supervivientes en el planeta, ya que, precisamente, su misión no es otra que la de rescatarlos.

  Como vemos, el planteamiento inicial de la película, desdeñando lo concerniente a intrigas palaciegas y luchas por el poder, más propias del siglo XVII que del XXIII, nos presenta una situación similar a la de la obra inspiradora.
  Sea como fuere, Adams, cumpliendo sus órdenes, aterriza en el planeta y es recibido de mala gana por Morbius/ Próspero. Otra coincidencia con La Tempestad es la actitud de Altaira (Miranda) que, curiosa, flirtea con algún que otro miembro de la tripulación hasta caer en brazos de Adams, que, al parecer, por cuestiones de rango, debe ser quien se lleve el premio. Ironías aparte, el film insiste en uno de los rasgos de Miranda en La Tempestad: su aislamiento le ha impedido tratar con otros hombres y se siente muy atraída por los jóvenes caballeros que ahora la visitan. Esto, junto con la sensualidad de que se reviste al personaje, magníficamente interpretado por la encantadora Anne Francis, dota al film de un cierto contrapunto emocional y romántico.


  Morbius, obligado por un elemental sentido de la cortesía acaba por aceptar a sus visitantes y les muestra el modo de vida desahogado y sin preocupaciones que disfrutan él y su hija en Altair IV. Les muestra además, las prestaciones del robot Robby, especie de mayodormo mecánico y multifuncional, que provee a la hacienda de todo lo necesario, ya que tiene la capacidad de sintetizar cualquier sustancia o materia a partir de una pequeña muestra. El robot se puede considerar la unión de los personajes Ariel y Calibán, siendo a un tiempo un poderoso genio y un servil criado.


  Otra memorable escena de la película es la que, como complemento cómico, hace alusión a aquella de la obra shakesperiana en la que Esteban, el alcoholizado cantinero del barco, y Trínculo, el bufón, hallan en un bosque a Calibán, un extraño personaje al servicio de Próspero, y los tres se emborrachan gracias al contenido de un barril de jerez con el que el primero de ellos se lanzó al mar y el cual utilizó como bote salvavidas. En la secuencia del film, el indiscreto cocinero, que también tiene algo de bufón, pues es el blanco de las bromas de la tripulación, lleva aparte al robot Robby para preguntarle si le puede conseguir bebida, concretamente whisky, a lo que Robby, que lo prueba para analizar su composición, le pregunta si tendrá suficiente con un par de hectólitros, dejando asombrado al cocinero. Al día siguiente, en el mismo lugar, este encuentra la mercancía sintetizada por el robot, que incluía el embotellado y etiquetado de la misma: centenares de botellas del mejor whisky de la galaxia.


  Pero extrañas cosas empiezan a ocurrir en el  campamento militar creado en torno a la nave espacial de Adams y sus hombres, como sabotajes y ataques de alguna fuerza invisible que provocan la muerte de algunos de los tripulantes. Dispuestos a obtener una explicación, el capitán y algunos de sus ayudantes visitan de nuevo a Morbius, que les muestra el gran secreto de ese mundo: un ingente artefacto enterrado en el subsuelo del planeta, especie de central energética, que lleva funcionado miles de años, aún después de haberse extinguido la civilización que lo creó (muchos años más tarde, viendo Desafío Total, donde también aparece un artefacto alienígena subterráneo en el planeta Marte, se me vino a la cabeza esta secuencia).  Les habla de los Krell, antiguos habitantes del planeta, con una tecnología muy superior a la humana, y les muestra un laboratorio en el que se puede aumentar la capacidad mental de cualquier sujeto hasta límites insospechados. 
(Nota: a partir de aquí se desvela el final de la película)



  Pero al igual que aprendimos en otras historias de fantasia, toda fuerza, todo afán de perfección y conocimiento tiene un lado oscuro, la eterna dicotomía entre el bien y el mal, entre el consciente y el insconciente, y he aquí, que la máquina de los Krell es capaz de despertar, al tiempo que las capacidades más elevadas de la mente, también aquellos demonios que habitan en lo más profundo del insconciente. En la película, a esta fuerza maligna se le denomina Id, en clara alusión al "id" o "ello" de la teoría freudiana. Es por tanto, la perversidad que en su día, fatalmente liberada, acabó con los habitantes de aquel mundo. Pero, hoy, ya no quedan Krells que proyecten esa depravación que habitaba en lo más recóndito de  sus mentes. Al final, Adams descubre que el único ser que es capaz de hacer funcionar la máquina es el propio Morbius. Y que la fuerza maligna que les atacó, la misma que aniquiló a la tripulación del Bellerophon, no es otra que la generada por el propio insconsciente de Morbius, magnificada por la energía del artefacto Krell. En un final lleno de dramatismo, Morbius se enfrenta a la fuerza Id, pereciendo en el intento, pero permitiendo que se salven los demás. Con el último aliento, da instrucciones a Adams para que ponga en marcha la secuencia de autodestrucción del artefacto, que supondrá también la de todo el planeta. Ya en el crucero espacial, Altaira y los navegantes observan la explosión que acaba con el Planeta Prohibido.


Créditos de las imágenes:
1.Por los posters de las películas,
Con destino a la Luna, Eagle Lion;Ultimátum a la Tierra, 20 Century Fox; Regreso a la Tierra, Universal International Pictures; Planeta Prohibido y 2001...,MGM.
2.No encontrado
3.Procedente de Arthur's Story Book Clip Art.
4.Imagen extraida de la película. MGM
5."Miranda y la tempestad" de John William Waterhouse.
6.George Romney: "The Tempest, Act 1 Sc 1".
El resto son imágenes extraídas de la película. Credit: MGM



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4 comentarios:

  1. Qué interesante resulta la comparación de una obra de Shakespeare con una película de ciencia-ficción. Y qué detallista y minuciosa tu comparación. Vaya trabajo concienzudo.

    Ya dijo el propio bardo en su Soneto 59 que no hay nada nuevo, que todo lo que hacemos ya existía antes.
    Lo que seguramente no pensó nunca es que él mismo iba a ser fuente de inspiración para los artistas de los siglos -y los siglos-venideros.

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  2. Siempre oí hablar sobre inspirarse en los clásicos y me parecía como volver atrás. Yo que siempre he sido muy de la CF, no lo veía claro. Pero, en realidad, si se profundiza en el conocimiento de aquellos, te das cuenta, como tú bien dices, que todo existía antes. Solo se trata de actualizar entornos, envolturas y formatos. Pero el núcleo y contenido de las historias son los mismos, ya que el ser humano, por mucha tecnología que ponga a su alrededor, sigue siendo el mismo de aquellos tiempos. Gracias por el comentario. Saludillos.

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  3. ¡Que información más completa! todos los días se aprende algo, stupendo

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Para mí, siempre es agradable retomar el hilo de aquellas viejas películas (y también los libros) que nos mostraron un mundo de nuevas ideas y sensaciones. Ahora, gracias a la ingente cantidad de información a nuestro alcance, podemos verlas con nuevos ojos, con mayor conocimiento y profundidad, y, por tanto, creo, con mayor disfrute. Gracias por el comentario.

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