martes, 29 de mayo de 2012

Intro IX

  Un día me armé de valor y le lancé una pregunta que llevaba rumiando desde tiempo atrás:
  - Permíteme una pregunta un tanto embarazosa: ¿Vosotros no habéis tenido guerras, atentados y esas cosas?
  - Pero, ¿qué me dices? Eso son cosas de mundos bárbaros, como el vuestro. 
  - Ya, pero, ¿en épocas pasadas de vuestra historia tampoco las habéis sufrido?
  - Verás, es una cuestión de evolución:
  La inteligencia surge normalmente como un arma para vencer a tus rivales en el entorno. Los animales poderosos tienen garras y buena dentadura, otros se defienden con cuernos, o son capaces de disfrazarse para pasar desapercibidos. Otros pueden huir con rapidez o esconderse con eficacia. Pero siempre hay alguna especie que no tiene nada de esto. Es decir, no están especializados. Pero normalmente, la falta de especialización implica cierta versatilidad. O sea, no eres especialista en nada, pero tienes posibilidades de desarrollar ciertas cualidades. Vuestra especie es un ejemplo:  No sois muy rápidos, pero podéis trepar. No es vuestro fuerte pasar desapercibidos, pero podéis erguiros para ver con tiempo a vuestro enemigo; no tenéis una vista muy aguda, pero es estereoscópica. Comprenderás que hay una serie de pequeñas ventajas evolutivas, que, unidas, dan pie a formar ciertos embriones de pensamiento, lo que podríamos llamar protoideas. No es verdadera inteligencia ni abstracción, pero comparándolo con una mente animal, es algo rayano en la genialidad. Bueno, pues ese es el principio de la  inteligencia en los que fueron vuestros predecesores. Hay varios conceptos importantes que hay que tener en cuenta llegados a este punto, como son la agresividad retroalimentada y la noción de tiempo. Empecemos por esta última: el animal no tiene noción del tiempo como una magnitud inmediata, es decir, nota los grandes periodos  de tiempo, como el día y la noche o el tiempo que dura una tormenta, durante el cual tiene que guarecerse y esperar. Pero si  eres un ser protointeligente como tus antepasados homínidos, sí empiezas a tener una noción de tiempo: Te yergues sobre la sabana y ves el depredador que corre hacia ti. Al cabo de varios encuentros de este tipo, llegas a ser consciente de que la distancia, y, por tanto, el tiempo que tarda en recorrerse esa distancia, son parámetros que puedes manejar en tu beneficio. Es decir, una posibilidad de salvarte. En el caso contrario, cuando tú eres el depredador, necesitas usar la fuerza para conseguir alimento. Después descubres que esa fuerza acompañada de violencia es mucho más efectiva para conseguir tu objetivo. Al final acabas acostumbrándote a la violencia y la usas para resolver cualquier situación. Incluso tu mente llega a aceptarla como algo bueno para conseguir tus objetivos. O sea, lo dicho: violencia retroalimentada.  Ese es el punto de inflexión donde el progreso evolutivo de la formación de la inteligencia toma el camino equivocado y provoca que el siguiente eslabón sea un ser agresivo y que disfruta con la violencia. Eso es lo que os pasó a vosotros. En el resto del universo lo normal es lo contrario: Cuando el ser preinteligente que aprende a usar la violencia para sobrevivir, continúa evolucionando, pues ha tenido éxito, empieza a establecer otro tipo de soluciones para resolver sus necesidades, utilizando la inteligencia de forma creativa, en lugar de destructiva, colaborando con sus iguales, en lugar de entablar disputas, negociando en lugar de pelear...
- Ya -dije pensativo-. Siempre lo he pensado. Pero parece una utopía...
- No creas. Os han educado en la creencia de que toda la maldad que existe en vuestro mundo es algo inevitable. Pero no es cierto. Al menos un millón de mundos de vuestra propia galaxia son la prueba de ello.

CONTINUARÁ



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2 comentarios:

  1. Entonces ¿lo malo de nuestro mundo es que hay mucho protointeligente por ahí suelto?

    Oye, que el marcianito no se enfade, que lo ha explicado requetebién. Si me queda duda es por culpa de mis preneuronas, of course.

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    1. Como siempre, muy acertado tu comentario. Efectivamente están por todas partes esos protointeligentes. En realidad no son tantos, pero sí los suficientes para despretigiarnos como especie. Son los herederos de inteligencias fallidas, que se quedaron a mitad de la evolución. Como siempre, lo poco malo se nota más que lo mucho bueno. En fín, ahora me voy a leer "Juguetes del Viento", que he visto que hay nueva entrada...

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