miércoles, 25 de abril de 2012

Relatos de las colonias. Nimbus (VI parte)

IV

  Se propagaron por la galaxia hasta llegar casi a sus confines. Recorrieron el entramado del Universo dejando aquí y allá su impronta. Dominaron mundos, enlazaron su destino al devenir de las eras.
  Encontraron el camino allanado ante su supremacía, disfrutaron de una cultura floreciente y rica. Se expandieron mientras duró la juventud de su raza, pero en determinado momento, quizá agotados por el esfuerzo, su civilización y ellos mismos, comenzaron a declinar. Tocaron la eternidad con las puntas de sus dedos, pero la eternidad les venció. La entropía y el caos pudieron con ellos.
  No se limitaron, empero, a aguardar la decrepitud y la extinción. Regresaron a la cuna de su humanidad. Fueron abandonando los mundos que les habían servido de hogar temporal. En el camino fueron diezmados por la debilidad y la desidia. Dejaron tras de sí los restos de su imperio. Cuando se vieron reducidos a una raza senil y ya incapaz de propagarse con fecundidad, comprendieron que no tenía sentido seguir poseyendo el cosmos. Era una casa demasiado grande para ellos. Retornaron, pues, a su mundo de origen. Y allí vivieron una segunda era de esplendor.
  No eran ya guerreros ni conquistadores. Se refugiaron en el arte, en la filosofía, en el inmenso acervo de conocimientos adquirido en su viajar por el universo. Habían evolucionado. Sus cuerpos, otrora poderosos, no les eran ya necesarios. Sus energías, ahora escasas, podían ser atesoradas en más escuetos soportes. Sólo sus mentes tenían ya valor.
  Accedieron a la cima de la evolución a través de lo primigenio. Sus moléculas quedaron engarzadas en estructuras etéreas, fluidas, como gigantescas células de frágil, aunque inamovible, consistencia.
  Y encontraron una nueva fuerza y un nuevo deseo. Se sintieron libres de las ataduras del tiempo y del espacio. Su nueva esencia podía desplazarse sin limitaciones. Y volvieron al espacio. Ahora sí lo sentían como su verdadero hogar. Pero esta vez no acudieron a él como conquistadores, sino como simples investigadores en busca de nuevas metas de conocimiento. No tenían que tomar nada para sí, no necesitaban saquear ni explotar el cosmos, pues ya no eran sino parte de él.
CONTINUARÁ




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